También conocido como acoso psicológico laboral, acoso moral, o simplemente acoso, el mobbing -del verbo inglés (to mob: atacar con violencia), fue definido por primera vez en 1990 por el doctor alemán en Psicología del Trabajo, Heinz Leymann, como “la situación en la que una persona ejerce una violencia psicológica extrema, de forma sistemática y recurrente y durante un tiempo prolongado sobre otra persona en el lugar de trabajo con la finalidad de destruir las redes de comunicación de la víctima, su reputación, perturbar el ejercicio de sus labores y lograr que esa persona acabe abandonando el lugar de trabajo”.
Aunque el mobbing tiene poco de ser tratado como objeto de estudio de investigaciones, se trata de un fenómeno que ha existido siempre. Para la autora de ¡No tengo ganas de ir a trabajar!, Trixia Valle Herrera, el mobbing es “el acoso constante, contra alguien y con intención que sufre una persona al ser atacada con o sin razón por alguno o algunos de sus compañeros de trabajo, descalificando sus capacidades, compromiso laboral u honestidad”.
De acuerdo con la investigación de la también conferencista y especialista en bullyng, “más del 50% de las personas que trabajan quisieran no volver jamás a su empleo”. Un estudio del Instituto de Investigación de Salud Ocupacional de la Universidad de Guadalajara señala que el 80% de los mexicanos ha sufrido violencia laboral en algún momento de su vida.
Manuel Pando Moreno, director del Instituto de la UdeG, destaca que el 7% de los mexicanos sufre de acoso laboral constantemente. De los estudios realizados por el Instituto resalta que no hay una diferenciación entre las empresas o sexos que sean más propensos al mobbing, sin embargo, “es más común el acoso laboral en los trabajos que son poco reconocidos, que no requieren de trabajadores calificados, donde los contratos son temporales y la probabilidad se incrementa cuando la empresa no vigila sus factores psicosociales”.
Para Trixia Valle, el mobbing suele comenzar cuando algún aliado o persona neutral cambia de posición, lo que puede desencadenar celos profesionales o algún malentendido laboral. “Su surgimiento suele coincidir con algún momento de tensión en la empresa, como modificaciones organizacionales, cambios tecnológicos o políticos”.
La especialista describe que el acoso puede aparecer en cualquier empresa: “algunas veces sucede al tener una mala planificación laboral y falta de definición de áreas y puestos. En ocasiones puede ser que la misma empresa sea cómplice del acoso al querer tronar a alguien y lograr su renuncia”.
En el libro ¡No tengo ganas de ir a trabajar!, la autora descubre que la principal característica de un “mobby” es que no sabe hacer equipo, pero también se distingue por crear estrategias para ganar adeptos, perseguir un fin personal, tener actitudes opuestas, tocar temas controversiales sobre la empresa, quejarse constantemente, carecer de control personal, tener temor a sus subalternos y por ser un líder negativo con personalidad antisocial.
Para cualquier empresa, un sujeto con estas características podría crear serios problemas en el ambiente laboral y desestabilizar la productividad de la compañía, previene Trixia Valle.
La responsabilidad de la empresa
Lo cierto es que al final la empresa puede llegar a sufrir una baja en su rendimiento y productividad de no intervenir en estos casos. Es por ello que a las grandes empresas globales les ha dado por implementar mediciones anuales del nivel de violencia psicológica, programas de prevención y sistemas para denunciar y darle seguimiento a los casos de mobbing, explica el director del Instituto de Investigación de Salud Ocupacional, Pando Moreno, quien agrega que la mayoría de las empresas sigue sin entender que un ambiente saludable es sinónimo de rentabilidad.
Ante esta realidad, el Instituto de la UdeG ofrece programas de asesoría a las empresas para que en menos de un mes y sin costo alguno, estén capacitadas para hacer un programa de prevención de violencia. “Generalmente las víctimas de mobbing no tienen a quien recurrir en la empresa donde laboran, el jefe suele ser protegido por la misma estructura y el empleado está totalmente desprotegido”.
Consecuencias fatales
El investigador de la UNAM, Jesús Felipe Uribe Prado, escribe en el libro “Violencia y acoso en el trabajo”, que el acoso laboral tiene consecuencias tanto para la sociedad, el sistema social y el sistema empresarial, como para el trabajador y su familia. “Los efectos pueden manifestarse potencialmente en trastornos psicopatológicos, comportamentales y psicosomáticos”.
Entre los trastornos psicosomáticos destacan los problemas gastrointestinales, dolores musculares y articulares; periodos menstruales muy dolorosos, problemas maxilofaciales, adormecimiento en brazos y cuello, así como migraña.
Especialistas coinciden en que la presión puede tener repercusiones severas en la salud de la víctima. Para el doctor en ciencias sociales, Manuel Pando Moreno, lo primero es la pérdida de autoestima, “el sujeto llega a creer que no es bueno en lo que hace, y cuando los niveles de estrés son altos y el mobbing muy intenso y prolongado, la persona puede sufrir psicopatologías, desde una depresión hasta el suicidio”.
Sin embargo, ante el temor a ser despedido, junto con las precarias oportunidades de empleo y la falta de protección de la propia empresa, “el empleado termina soportando el abuso, a veces durante años”, revela Pando Moreno.
Cuando el trabajo se vuelve un infierno
Paulina de 23 años, asistente de la directora de área de una de las cadenas hoteleras más grandes del país, sufre de acoso laboral desde hace siete meses. “Acabo de cumplir un año en la empresa, es mi primer trabajo y me costó mucho llegar aquí, de entre seis candidatos yo fui la seleccionada”.
Al principio Paulina amaba su trabajo y no había obstáculo que se interpusiera en sus objetivos y tareas. “Pero hace siete meses cambiaron al director y llegó una mujer que me ha hecho la vida de cuadritos. Mi jefa se siente poderosa e intocable, es demasiado exigente, controladora, autoritaria y sarcástica. Es incapaz de expresar reconocimiento alguno y le encanta acaparar los éxitos del equipo”.
La víctima señala que su jefa es como el personaje de Miranda Priestly en el Diablo viste a la moda: “Desde el primer día ha saboteado mi crecimiento, realmente es intimidante, no deja pasar la oportunidad para burlarse de mí y culparme de sus errores, siempre me hace quedar mal ante los demás”.
El ambiente laboral para la joven asistente es “desgastante, pesado y hostil”. Ella es víctima de malos tratos, le piden cosas fuera de sus funciones, le exigen largas jornadas laborales e incluso a veces ni tiempo tiene para comer. Pero lo peor para Paulina es saber que no puede hacer nada para cambiarlo. “Mi jefa es amiga del Vicepresidente de la empresa, está ahí por él y nunca la van a mover”.
El estrés psicológico con el que vive le ha producido ansiedad, gastritis, colitis, trastornos de sueño y por si fuera poco ha ganado unos kilos de más. “Yo me siento molesta, devaluada, deprimida y exhausta. Me frustra mucho saber que ella está haciendo todo lo que está a su alcance para que yo renuncie”.
Paulina se percibe aislada e indefensa, pero los efectos del mobbing también los ha padecido su pareja y familia, por ello ha decidido dar el primer paso y buscar otra alternativa laboral, sin embargo, no dejará la empresa ni a su jefa hasta que encuentra la oportunidad anhelada.
Sufrir en silencio no es la solución
“La principal responsabilidad para evitar el mobbing reside en la persona ya que el tirano existe hasta que la víctima lo permite. La denuncia es una forma simple de erradicar los problemas y el miedo al despido no debería de ser un impedimento para proceder a hacerlo”, escribe Trixia Valle.
Un buen comienzo sería emprender la búsqueda de un nuevo empleo, pero si la víctima no lo consigue, el doctor Pando Moreno recomienda buscar otras actividades, alternativas, hobbies o practicar algún deporte donde el trabajador se sienta valioso, productivo y bueno en lo que hace.
El especialista también sugiere recurrir a las redes sociales de apoyo como la familia y amigos, y llevar un diario donde la persona escriba todos los maltratos que de manera inmediata le servirá como desahogo.
Que las personas quieran salir huyendo
Que se sientan atrapadas
Que no se viva la misión para la que fue creada la institución
Que los altos mandos rechacen estas quejas por evitar problemas
Que exista un ambiente laboral hostil e improductivo
Principales tipos de acoso dentro de las organizaciones:
Ignorar. Actitud constante de nulificar a un miembro del equipo.
Burlarse. Cualquier broma que se le hace a la persona (en donde ésta no encuentra gracioso el hecho) se considera mobbing.
Ejercer violencia física. Se puede presentar por diferencias de opinión o intereses particulares que causen agresiones mayores.
Descalificar. Cuando a una persona se le culpa por faltas que han cometido otros.
Abusos de autoridad. Cuando alguien se aprovecha de su situación para actuar hostilmente con sus subordinados.
Sabotaje. Cuando una persona utiliza sus conocimientos sobre la empresa con fines de lucro.
Acoso sexual. Cuando la persona insiste en seducir a otra para proteger su empleo o escalar profesionalmente.
Injusticias como tener una carga excesiva, bajo o nulo reconocimiento, no contar con permisos importantes ocasionales, ser amenazado con el despido, no recibir el aumento salarial correspondiente a lo que indica la ley, ser obligados a postergar la hora de salida sin razón alguna, entre otros.
El modus operandi del acosador:
Habla en general.
Adorna las malas noticias.
No responde a la ayuda o tratamiento psicológico.
Los amigos que lo rodean están acobardados o enfermos.
No deja avanzar a los demás y les causa problemas.
Tienden a dejar las cosas y las conversaciones inconclusas.
Confiesan le mal que han hecho sin sentir culpa o responsabilidad.
Apoya a grupos destructivos y rechaza lo opuesto.
Le molesta ayudar a los demás.
seryhumano.com / Trixia Valle Herrera
Fuente: ¡No tengo ganas de ir a trabajar!