No hay momento en que se nos presenten más dudas que durante el comienzo de una historia amorosa. En las primeras citas junto a alguien que nos gusta surgen infinidad de interrogantes: ¿qué ponerse?, ¿dónde ir?, ¿qué decir?… Al final, acabamos dejándonos llevar por nuestros instintos más primarios, que no siempre llegan a buen puerto.
Esta disyuntiva es la que el Ringling College of Art and Design ha tratado de ilustrar en un pequeño corto de animación (al más puro estilo Pixar) que muestra el dilema al que se enfrenta un tipo, aparentemente ordinario, al tratar de conquistar a una preciosa chica.
Aunque la imagen del cerebro que ilustra el corto, dividido en dos mitades, no se ajusta a la realidad, sí es cierto que en el cerebro enamorado colisionan diversos mecanismos biológicos que pueden ocasionarnos un auténtico quebradero de cabeza (nunca mejor dicho).
Si nuestro cerebro fuera una nave, tal como se muestra en el vídeo, en el córtex prefrontal estaría el puente de mando, pero no estaría divido en dos mitades. Esta área es responsable de la planificación de comportamientos complejos y de la coordinación de nuestras acciones. Cuando estamos enamorados su rendimiento disminuye. Por si fuera poco, el amor también ralentiza el trabajo de la amígdala cerebral, fundamental en la respuesta ante las amenazas. Esto hace que seamos menos racionales en nuestras decisiones y estemos dispuestos a tomar riesgos que, de no estar enamorados, nunca tomaríamos.
El corto muestra también un conflicto entre el amor y el deseo sexual, que normalmente es inexistente: ambos van de la mano. Aunque se generan de forma distinta en el cerebro, su función se entrelaza, desencadenando las mismas respuestas neuronales. Lo que no cuenta la película es que ambas pulsiones pueden aparecer en relación a distintas personas. Sí, podemos amar a una sola persona pero querer hacer el amor con otro u otros.
Un mecanismo enormemente complejo
Cuando un cerebro está enamorado, activa los circuitos neuronales de la confianza y la felicidad, y silencia los de la distancia o tristeza. De esta forma, tal y como explica la catedrática de bioquímica y biología molecular Natalia López-Moratalla, los diálogos y silencios entre las neuronas atan a los enamorados de dos formas: “Atrayéndoles al activar la vía de la recompensa emocional y superando las distancias personales al desactivar la desconfianza”.
Según López-Moratalla, en este proceso, la vista -además de la voz o el intelecto- juega un papel determinante: “Ver el rostro de la persona enamorada es importante para despertar y mantener el enamoramiento, ya que provoca una serie de emociones positivas que le llevan a empatizar, conocer los sentimientos e intenciones y ajustar las respuestas”.
En este vídeo, elaborado por la Universidad de Navarra, se explica qué áreas del cerebro actúan en el proceso de enamoramiento, y qué diferencias existen entre hombres y mujeres en las diferentes culturas.
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seryhumano.com / Miguel Ayuso
Fuente: elconfidencial.com