Llega la época navideña y los excesos en las comidas pueden pasar factura, sobre todo a los niveles de colesterol. Desde Eroski Consumer aportan algunas soluciones para mantener a raya el colesterol, indica cuáles son las claves en su prevención y tratamiento y da algunos consejos para cuidar la salud en Navidad.
El descontrol en el comer y el beber durante las fiestas pasan factura a la salud. Y no solo con el aumento de peso, que se cifra entre dos y tres kilos de media, sino en uno de sus acompañantes habituales: el colesterol malo. Este es el colesterol que se une a una lipoproteína de baja densidad (LDL), encargada de transportar el colesterol desde el hígado a todas las células del organismo y, de la misma manera, el que se deposita en la pared de las arterias, donde forma las temidas placas de ateroma. Por este motivo, los excesos cometidos durante estos días de Navidad, con banquetes ricos en grasas y calorías, sin olvidar que es una época propicia para los descuidos de la medicación crónica, pueden incrementar el riesgo cardiovascular. Según la Fundación Española del Corazón, FEC, en estas fechas pueden aumentar hasta un 10% los niveles de colesterol. Además, consumir más grasas saturadas durante unos días está asociado a un relajamiento que puede provocar la pérdida de los buenos hábitos dietéticos establecidos durante el resto del año y hacer que, una vez finalizadas las fiestas, se perpetúe una pauta inadecuada de alimentación.
Aunque los especialistas animan a disfrutar de las comidas de estas celebraciones, hay que ser cuidadosos para no llevarse un buen susto después de las fiestas. Lo mejor es ser consciente de lo que se ingiere: no hay que comérselo ni bebérselo todo. Pero, ¿cómo controlar el colesterol?
Controlar el colesterol
Mantener a raya el colesterol es fácil. Basta con seguir unas sencillas pautas dietéticas para restringir la ingesta de grasa, sobre todo la saturada, que es uno de los nutrientes que más lo incrementa.
Antes de cocinar la carne de ave, es mejor quitar la piel. Si no es posible, retirarla antes de comer. Es uno de los lugares donde más se almacena este tipo de grasa.
Evitar cocinar con mantequilla o nata y preferir el aceite de oliva, que es una grasa cardiosaludable.
Optar por los lácteos y derivados desnatados y por los quesos con bajo contenido en grasa. Los lácteos enteros y los quesos curados son muy ricos en grasas saturadas.
Limitar al máximo los embutidos, aperitivos salados, salsas, bollería industrial y alimentos precocinados. Los especialistas de la FEC estiman que escoger de manera adecuada los alimentos ayuda a reducir hasta un 50% la ingesta de colesterol y un 74% las grasas saturadas a lo largo del día.
Añaden que la vitamina C de algunas frutas (melón, fresas, kiwi y cítricos en general) y verduras (tomate, pimiento, col y coliflor) tiene un papel protector en las enfermedades cardiovasculares y que los lácteos con esteroles vegetales ayudan a reducir los niveles de colesterol.
Para prevenir y tratar el colesterol, hay dos puntos clave reconocidos por la comunidad científica. Por un lado, está la adopción de una alimentación equilibrada sin grasas saturadas, como la Dieta Mediterránea, donde el aporte de grasa proviene, básicamente, de los ácidos grasos monoinsaturados y poliinsaturados del pescado (sobre todo, azul) y el aceite de oliva.
Es importante no olvidar el papel que juegan las verduras, hortalizas y frutas, las legumbres, los cereales (mejor integrales) y los frutos secos (ricos en fibras, vitaminas, minerales y antioxidantes). Además, la práctica de ejercicio físico aeróbico (caminar, nadar, correr…) de tres a cinco veces por semana, ayuda a mantener un peso adecuado y a prevenir la obesidad, y se ha demostrado que aumenta el colesterol bueno (HDL) y disminuye la porción perjudicial, LDL. Realizar actividad física de intensidad moderada, como caminar a buen ritmo, es beneficioso cuando se practica durante al menos 30 minutos la mayor parte de los días. Sin embargo, tal y como advierten desde la American Heart Association (AHA), la inactividad física contribuye al desarrollo de obesidad, hipertensión arterial, bajos niveles de colesterol bueno y diabetes, todos factores de riesgo cardiovasculares.
Ante un diagnóstico médico de colesterol y solo si la dieta y el régimen de actividad física no aportan los resultados esperados, el médico establecerá tratamiento farmacológico, que es distinto según el tipo de dislipemia que sufra la persona (hipercolesterolemia, hipertrigliceridemia o ambos).
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Fuente: 20minutos.es