«Abrir los ojos y sentir el fastidio de levantarme. No he dormido bien aun cuando he estado siete horas en la cama. Dar vueltas y soñar con agua turbia no consiguió calmar una ansiedad que desde hace días me acecha, atrapando mi espíritu hacia un oscuro lugar en donde ni de visita me agrada estar.
¿En dónde se encuentra esa alegría contagiosa que normalmente siento al comenzar un nuevo día? Miro al espejo y este refleja a un ser que se parece a mí, sin la vitalidad en su mirada, ni la arrebatadora sonrisa que le caracteriza.
Una ducha con agua templada, quizá exorcice la bruma que se cierne sobre mi cuerpo, adelgace la pesadez de los negros pensamientos y maquille las lágrimas que sin invitación ya esperan su turno para desfilar sobres mis mejillas.
No me ilusiona ni el hermoso vestido nuevo que se encuentra esperándome en el closet, ni el ascenso en mi trabajo que tanto me costó alcanzar… no siento el deseo ni de conversar.
Observo el desorden en toda la habitación; así mismo se encuentra el apartamento entero. Me dirijo a la cocina para comprobar con asombro que ni siquiera el café me apetece. Esto es grave. Cierro los ojos, el pulso se acelera y ahí están las lágrimas de nuevo. Con pasos tristes me voy a la cama otra vez, no deseo salir, ni ver a nadie. Apago el móvil y enciendo la televisión para no verla, ni escucharla. Quizá me apetezca leer un libro… pero no logro conseguir la concentración necesaria ni para entender el título.
Me oprime un lamento y el convulsionado llanto no frena su descenso. Y ahí está el pensamiento recurrente, como un fantasma del pasado hace acto de presencia sin que una solicitud explícita de mi psique le haya llamado, esa desagradable imagen que no sé de dónde proviene, solo yo, un arma de fuego y el vacío que nos acompaña. ¡NO!, estoy deprimida de nuevo.»
El anterior texto es sin duda alguna, una desgarradora observación, de una persona que al percatarse de manera introspectiva la desolación que siente su alma, describe lo que considera una depresión.
¿Qué es la Depresión?
Según la Organización Mundial de la Salud la depresión es un trastorno mental frecuente, que se caracteriza por la presencia de tristeza, pérdida de interés o placer, sentimientos de culpa o falta de autoestima, trastornos del sueño o del apetito, sensación de cansancio y falta de concentración.
La depresión puede llegar a hacerse crónica o recurrente, y dificultar sensiblemente el desempeño en el trabajo o la escuela y la capacidad para afrontar la vida diaria. En su forma más grave, puede conducir al suicidio. Si es leve, se puede tratar sin necesidad de medicamentos, pero cuando tiene carácter moderado o grave se pueden necesitar medicamentos y psicoterapia profesional.
Los principales tipos de depresión:
Depresión mayor: sucede cundo los sentimientos de tristeza, pérdida, ira o frustración interfieren con la vida diaria por semanas, o períodos más largos de tiempo.
Trastorno depresivo persistente: se trata de un estado de ánimo depresivo que dura 2 años. A lo largo de ese período de tiempo, puede tener momentos de depresión mayor junto con épocas en las que los síntomas son menos graves.
Depresión posparto: muchas mujeres se sienten algo deprimidas después de tener un bebé, pero la verdadera depresión posparto es más intensa e incluye los síntomas de la depresión mayor.
Trastorno disfórico premenstrual (TDP): síntomas depresivos que ocurren una semana antes de la menstruación y desaparecen después de menstruar.
Trastorno afectivo estacional (TAE): ocurre con mayor frecuencia durante las estaciones de otoño e invierno y desaparece durante la primavera y el verano, muy probablemente debido a la falta de luz solar.
Depresión mayor con características psicóticas: sucede cuando una persona padece de depresión con una falta de contacto con la realidad (psicosis).
Síntomas
- Ánimo o humor depresivo no habitual, constante durante todo el día y mantenido en el tiempo de forma casi constante.
- Pérdida o ausencia de interés por actividades anteriormente placenteras.
- Aumento de la capacidad de fatiga, o pérdida de la vitalidad habitual.
- Situación no atribuible al empleo de sustancias psicoactivas o a la presencia de algún trastorno mental orgánico.
- Disminución o desaparición del interés y la capacidad de disfrute por las cosas que anteriormente resultaban placenteras.
- Ausencia de respuestas emocionales ante eventos que, generalmente, suelen desencadenar reacciones.
- Alteraciones del sueño
- Aparición de lentitud en las funciones motoras o agitación.
- Disminución marcada del apetito.
- Disminución del peso corporal por descontrol alimentario (aumento o descenso marcado del apetito).
- Disminución marcada o ausencia de apetito sexual.
- Pérdida de la autoestima y de la confianza en uno mismo. Sentimiento de inferioridad no justificado prolongado en el tiempo.
- Auto-reproches constantes y desproporcionados con sentimiento de culpa excesiva e inadecuada.
- Pensamientos de muerte o suicidio recurrentes, incluyendo tentativas.
- Disminución de la capacidad de concentración y pensamiento. Suele acompañarse de falta de decisión.
Causas
La depresión a menudo se transmite de padres a hijos; esto puede deberse a los genes, comportamientos aprendidos en el hogar o a su entorno. La depresión puede ser desencadenada por un hecho estresante o infeliz en la vida. Frecuentemente se trata de una combinación de estos factores.
Factores que pueden causar depresión:
Alcoholismo o drogadicción
Afecciones como cáncer o dolor (crónico) a largo plazo.
Situaciones o hechos estresantes en la vida como pérdida de trabajo, divorcio o fallecimiento de un cónyuge u otro miembro de la familia.
Aislamiento social (una causa común de depresión en adultos mayores).
Contacte a un profesional médico cuando:
- Escucha voces que no existen.
- Llora con frecuencia sin una causa.
- Su depresión ha afectado su vida laboral, escolar o familiar por más de dos semanas.
- Presenta 3 o más síntomas de depresión.
- Piensa que uno de los medicamentos que está tomando actualmente puede estar causándole depresión. Sin embargo, NO cambie ni suspenda los medicamentos sin consultarlo con el médico.
- Si usted piensa que su niño o adolescente puede estar deprimido.
- Cree que debe reducir el consumo de alcohol.
- Un familiar o un amigo le ha pedido que lo haga.
- Se siente culpable con relación a la cantidad de alcohol que consume.
- El alcohol es lo primero que bebe en la mañana.
Tratamiento de la depresión
Una vez diagnosticada la depresión, la persona debe iniciar el tratamiento, siendo en casi todos los casos una acción combinada de terapia farmacológica con apoyo psicológico. Es muy importante que antes de que inicie cualquier terapia, sea informado por su médico de la duración del tratamiento de la depresión, los beneficios que se van a intentar alcanzar, y los efectos secundarios que se pueden desarrollar a lo largo del tratamiento.
El tratamiento farmacológico de la depresión se suele limitar a los cuadros depresivos moderados o graves. En los pacientes diagnosticados de depresión leve no se suele recurrir a terapia farmacológica, debido a su estrecho perfil beneficio-riesgo. Únicamente se recomienda en caso de fracaso de otras terapias, problemas médicos o psicológicos asociados, o historial previo de depresión moderada o grave.
Las terapias psicológicas más empleadas en el tratamiento de la depresión por su carácter específico son la terapia cognitivo-conductual y la psicoterapia interpersonal.
La terapia cognitivo-conductual se ha mostrado tan efectiva como la psicoterapia interpersonal y la terapia farmacológica, lo que la ha convertido en la terapia psicoterapéutica de elección en el abordaje de la depresión moderada, grave o resistente.
La duración de la terapia variará en función del tipo de depresión diagnosticada, la situación personal del paciente y la evolución de este. En pacientes con depresión grave o crónica, si la terapia psicoterápica se asocia a tratamiento farmacológico la efectividad siempre será superior a cualquiera de estas terapias por separado.
La terapia cognitivo-conductual, asociada al tratamiento de mantenimiento, contribuye a incrementar la efectividad del mismo para evitar la aparición de recidivas. Esto es especialmente beneficioso para aquellos pacientes con antecedentes de recaídas, o que presentan síntomas residuales, ya que son los que tienen un mayor riesgo de sufrir de nuevo episodios depresivos.
Autoayuda guiada: su objetivo es que los pacientes adquieran capacidades de autocontrol y manejo de la sintomatología de este trastorno. Se empelan tanto soportes bibliográficos, como materiales digitales. Aunque se ha demostrado buena efectividad en pacientes con depresión leve-moderada, no se conocen los efectos a largo plazo.
Ejercicio físico: está demostrada su capacidad para mejorar el bienestar personal, tanto físico como psíquico. En los pacientes con depresión leve-moderada, un programa de ejercicio de intensidad moderada, de 40-45 minutos, 2-3 veces a la semana, durante un periodo de 10 a 12 semanas, podría repercutir en una clara mejoría de la sintomatología depresiva.
Terapia electroconvulsiva (TEC): esta terapia consiste en provocar una crisis comicial generalizada (una convulsión), mediante la estimulación eléctrica del sistema nervioso central. A pesar de ser una terapia devaluada y denostada en sus inicios, actualmente se aplica bajo anestesia y miorelajación, y se considera efectiva en pacientes adultos con depresión grave o resistente.
Hierba de San Juan (Hypericum perforatum): sus propiedades antidepresivas han sido constatadas en numerosos estudios. Presenta interacciones con otros medicamentos y debe tomarse siempre bajo prescripción y supervisión de un profesional sanitario.
Aunque la paz espiritual, que también le es despojada con la depresión, no necesariamente se alcanza con algún credo, algunas personas le es de mucha ayuda acercarse a la religión que profesa (si es que en algún momento se ha sentido alejado de ella).
Para junio de 2005, cerca de 20,9 millones de estadounidenses adultos (el 9,5 por ciento de la población estadounidense de 18 años, según Archives of General Psychiatry), sufría de un trastorno de ánimo, como melancolía, tristeza, pesadumbre o desesperanza, como también es llamada la depresión.
seryhumano.com / Yosmar Herrera
Fuentes: who.int / nlm.nih.gov / webconsultas.com