“…a ella le pareció también, con su gusto fatalista por las simetrías morales, que esa aventura casi familiar era el único epílogo que merecía su vida.” Alberto Moravia – 1929
Moravia escribió esta precoz obra maestra a los dieciocho años, tras el asesinato de Matteotti, quien se había opuesto abiertamente a Mussolini en el parlamento, e un período en el que el régimen fascista gozaba de gran aceptación popular. Aunque el libro no contenga referencias explícitas a la situación política italiana, esta historia de una familia de clase media, cuyos miembros aparecen como víctimas indefensas de un entorno social corrupto, encierra sin duda un mensaje político.
El tema central de la novela pone de relieve la incapacidad y la falta de preparación de los personajes para enfrentarse con la realidad, marcados como están por una debilidad innata e imborrable.
Mariagrazia, su hijo Michele y su hija Carla padecen una seria crisis económica, pero mantienen las apariencias y llevan una ostentosa vida burguesa. Lenta pero inexorablemente se van deslizando hacia un triste final. Michele, el personaje central, parece no percatarse de los dramas que le rodean y mira con indiferencia una realidad que se desintegra ante sus propios ojos. Es totalmente incapaz de actuar según las reglas de su clase social o de reunir la energía moral necesaria para reaccionar y rebelarse contra ellas. Intenta acabar con Leo, el odioso amante de su madre –y luego de su hermana–, pero (grotescamente) su pistola está descargada.
Con esta novela, Moravia iniciaba su dilatada indagación sobre la condición humana. Y habría de continuar abordando cuestiones como el conformismo, el desprecio y el tedio, a medida que fue reflejando las limitaciones de una clase social situada en el punto final de su trayectoria histórica, pero profundamente incapaz de renovarse y transformarse a sí misma.
seryhumano.com / Roberta Piazza