Un paciente cardíaco que padece una descompensación 30 días después de un implante de stent de un vaso coronario, es vuelto a hospitalizar; pero esta vez en la sala general de pacientes masculinos del Hospital Universitario de Caracas (HUC), en vez de la Unidad de Cuidados Coronarios donde no es permitida la permanencia de familiares, ni visitas superiores a 10 minutos.
El paciente recién llegado a la sala, Antonio, es abordado de inmediato por otro paciente, Marcelino, quien lleva esperando –en esa sala- durante tres meses por su intervención para un cambio de marcapasos que le fue implantado en Upata, Estado Bolívar_Venezuela, hace menos de un año atrás, el que terminó dañado por infección al haberle quedado un hilo de algodón dentro del bolsillo quirúrgico realizado en su pecho.
A la presentación de Marcelino con Antonio se sumó José, con mes y medio habitando una de las camas de dicha sala coronaria. Su caso era un poco más complicado al de Marcelino y Antonio juntos, pues José padecía una obstrucción del 95% del segmento proximal en cada arteria coronaria. Entre estos pacientes hubo un contacto humano de inmediato aunque en la sala se encontraban 10 pacientes más, cantidad que fue aumentando al pasar los días.
¿Qué ocurrió aquí? Tres personas desconocidas entre sí, entre un grupo de 10 con características de necesidades similares (pacientes coronarios) entraron en empatía inmediata como si se hubiera activado una comunicación “Wi Fi” entre sus cerebros, mientras que esa misma comunicación “inalámbrica” los mantuvo en algo de recelo con otros hospitalizados, sin necesidad de haberse comunicado tales apreciaciones entre ellos; pero se hicieron evidentes.
¿Cómo puede funcionar esta comunicación inalámbrica entre el cerebro propio y el de otros? Se cree que la clave para construir sociedades está en los diferentes sistemas de Neuronas Espejo, enunciadas en 1996 por el equipo de investigadores de Fisiología Humana, dirigidos por el Dr. Giacomo Rizzolatti, de la Universidad de Parma, Italia, mientras estudiaban la relación entre el sistema motor y las funciones cognitivas.
Dice la Neurocientífica Virginia Gudiño, que “Nuestra gran capacidad imitativa está escondida en nuestros genes, en las neuronas llamadas espejo; y cumple con una función muy importante para cerrar filas en un grupo, permitiéndonos sincronizar conductas más fácilmente, dando origen al espíritu de agrupación al que tan fácil adherirnos los seres humanos”
Ahora bien, los pacientes mencionados se asociaron para llevar entre sonrisas sus padecimientos. Se hizo patente un sistema de “hermandad” donde -de alguna manera- se cuidaban y aconsejaban, acerca de sus casos particulares, unos a otros. Entre apoyos mutuos creció el grupo al mezclarse el trío y sus familiares.
Van ingresando nuevos pacientes que se ven sumados al lúdico grupo y la hermandad crece. Las hijas de Carlos se presentaron sin pronunciar palabra: una de ellas, Titi (con evidente hernia lumbar), escoba en mano, barrió la totalidad de la sala y sus balcones, seguida muy de cerca por su hermana menor con mopa y carrito de aseo para coletear y desinfectar todo el ambiente. La respuesta del personal de mantenimiento fue realizar una limpieza de techo, paredes, mesas de noche y hasta lámparas.
La cayapa de orden y limpieza no se hizo esperar y pasados pocos días cada acompañante se había encargado de una atención específica. Hasta de preparar las meriendas en colectivo y para todos. Funcionó el sistema de imitación positivo.
Pero no todos los modelos a seguir en asociación son los adecuados; aunque intervienen, de igual forma, la empatía y las neuronas espejo.
En el mismo hospital y mismo piso, funciona la sala general de pacientes coronarios femenina. Desde donde se acercan a usar el baño de la sala de pacientes masculinos porque ésta última estaba más aseada y en perfecto higiene que el baño de la sala de mujeres.
Un breve sondeo demostró que la mayoría de los familiares de las pacientes no contribuían con el aseo de la sala porque “el hospital tiene personal para el mantenimiento y ellas no harán el trabajo de aquellos”. Aquí cabe otro enunciado de Gudiño (2012) “Nuestras neuronas espejo, son claves en el proceso de aprendizaje por imitación y en la empatía, tan necesarios para la buena convivencia, tanto en el aula, en una familia (pilar de la sociedad), como en la comunidad o en una nación.” Lamentablemente aquí trabajó la imitación negativa.
Luego de ambos ejemplos se puede explicar parte del funcionamiento de las neuronas espejo y de cómo las conductas pro sociales pueden traer la paz y mejores consecuencias sociales. Se debe empezar por entender un poco de la evolución darwiniana y el sentido de la asociación del hombre, partiendo desde hace más de 8 mil años atrás, cuando los hombres eran responsables de cazar (una ocupación espacial), de la protección y guerra (una ocupación muy agresiva), mientras las mujeres eran responsables de recolectar vegetales, construir viviendas y cuidar a los niños (ocupaciones sensoriales y emocionales); pero la idea no es entrar en discusión de géneros, aunque sí asomar la realidad de que el cerebro no es “unisex” y por lo tanto funcionan un tanto diferentes (el femenino del masculino) para lo que se propone un artículo aparte.
Hasta el momento puede estar pensando que la función de las neuronas espejo es “imitar” las acciones de los demás; pero también se ha mencionado la empatía, esto significa que las neuronas espejo también rigen el comportamiento social, permiten anticipar las intervenciones de los otros a través de la representación mental. Las neuronas espejo están encargadas de asegurar la supervivencia a través del entendimiento de las acciones de los semejantes.
El sistema de neuronas espejo es fácil de demostrar. De seguro, durante su adolescencia se detuvo junto a sus compañeros de estudios a observar y señalar hacia un lugar donde nada ocurre y al rato un grupo de personas desconocidas por usted le acompañaron identificando el objeto que estaba en su mente, es decir que las otras personas imitaron su conducta.
El instinto de supervivencia
La supervivencia tiene una forma muy particular de activarse, se relaciona con el instinto. En la supervivencia es importante y vital la demarcación de un territorio, en nuestro caso de vida social se menciona que las ideas, carro, casa, empleo, efectos personales, familia, pareja e identidad, son la principal plataforma para la supervivencia. Si se ve amenazado uno de estos territorios se va a reaccionar en modo de supervivencia para lo cual la respuesta automática del cerebro es limitada: ataque o huida (o evitación).
A la final se logra entender que las reacciones humanas, en cuanto a la socialización, tiene antecedentes en la supervivencia: el hombre se asocia cuando no se percibe riesgo territorial, cuya acción cerebral está localizada en el tronco cerebral y el cerebelo (cerebro reptiliano), mientras que las neuronas espejos son activadas por su ubicación en los lóbulos prefrontales, parietales posteriores, los surcos temporales superiores, en los lóbulos de la ínsula y en las cortezas promotoras (cerebro humano). Es decir que las neuronas espejo y las experiencias previas nos guiarán en el cómo reaccionar ante los instintos activados por un riesgo de supervivencia.
El instinto es el mismo para todos los humanos; pero, la reacción es aprendida del entorno. De allí la asociación de los pacientes mencionados al principio, donde se activó un conocimiento previo que permitió pasar de lo intuitivo a lo humano para un trabajo conjunto pro supervivencia, generando en toda la sala de pacientes masculinos un estado de resiliencia tan positivo, que al transcurrir 10 días, cada uno de los pacientes ya había logrado su intervención quirúrgica.
La verdadera paz no está en la ausencia de guerra y su fuente reside en cada individuo que se asocia en esquemas positivos para dar su contribución en la existencia de una sociedad en armonía. El ejemplo de estos pacientes, tal vez contribuyó a ganar la batalla de esa guerra por la vida, asunto poco probable de alcanzar como meta sin amistad, alegría compartida, buena disposición, seguridad, presencia de oportunidades, fortaleza de equipo y en especial la presencia de paz que pone a trabajar sus cerebros a favor de la vida misma.
seryhumano.com / Jacinto Sergent