La Misofonía es una de las fobias menos conocidas, pero con una cantidad considerable de personas que la padecen.
Consiste en la fobia y falta de tolerancia a los sonidos cotidianos que son producidos por el cuerpo de otras personas, sonidos como los producidos al comer, toser, sorber, masticar, incluso aquellos que también son producidos por el uso de algunos objetos, y la reacción que experimenta la persona que sufre misofonía, suele manifestar estrés, ansiedad y, en ocasiones, ira extrema.
El término misofonía ha sido definido literalmente como “Odio al sonido”, e incluso las personas afectadas por este mal, pueden llegar a desarrollar un miedo irracional hacia los sonidos antes mencionados. Según estudios, se trata de una respuesta desproporcionadamente intensa del sistema nervioso autónomo y el sistema límbico a ciertos sonidos considerados como “normales”, contando con una hiperactivación anormal del sistema auditivo. Lo sorprendente es que algunos de los sonidos que provocan este malestar pueden llegar a tener una intensidad relativamente baja, del orden de 40 a 50 decibelios, es decir, muy por debajo de una conversación normal.
El término como tal fue acuñado por los neurocientíficos estadounidenses Margaret Jastreboff y Pawel Jastreboof en el año 2000 y fue definida como el decremento de tolerancia a determinados sonidos.
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