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Cuando la gente se hace adulta busca que su empleo sirva para lograr sus aspiraciones, por supuesto estas tienen distintos niveles, sin embargo, todos coinciden en mejorar sostenidamente la vida de cada uno. En función de esas mejoras, los humanos responsables van preparándose a fin de ir escalando posiciones dentro de las organizaciones donde trabaja, en caso de no trabajar para nadie y, ser de eso que ahora llaman “emprendedor” igual su trabajo está diseñado para que crezca con el tiempo. La idea siempre es crear una serie de condiciones para obtener mayores comodidades para los hijos, seres queridos, la esposa o uno mismo.
Se supone que las vacacione anuales son un logro en sí mismas, sobrevivir a un año completo de las vicisitudes normales de cualquier empleo promedio, donde toca aguantarse los jefes, el tráfico, los compañeros de trabajo, las horas atornillados a una computadora y todo el sin fin de pequeñas miserias naturales de un cargo administrativo, bien merecen como premio unos días de asueto y olvido lejos de la oficina. Estos días de holganza vienen usualmente acompañados por un paquete salarial extraordinario del cual disponer a discreción, ahorrar es buen plan a fin de obtener alguna meta extra; viajar a algún paraje desconocido, hasta quedarse en casa y disfrutar de la calma de los libros, uno que otro vino, amigas (en el caso de los solteros) y los amigotes para recordar épocas idas, también forman parte de un buen plan vacacional, a menos claro que vivas en Venezuela donde todo lo anterior forma parte de la fantasía recurrente de los empleados que ven por las redes sociales como sus iguales que trabajan en otros países, si aprovechan a fondo sus vacaciones, mientras acá, el bono vacacional, si acaso alcanza para comprar un kilo de detergente .
En Venezuela no hay mucha escapatoria que digamos a menos claro que tengas ingresos en dólares o recibas remesas del extranjero. Si tienes un cargo administrativo que depende de alguna oficina gubernamental perteneces a la gran mayoría de indigentes con cargo oficial, horario laboral y en muchos casos hasta títulos académicos, pues tu ingreso (en el caso de los más afortunados) no excede los 10 dólares mensuales que, por cierto, son entregados en dos quincenas de 5$ cada una. Esa cantidad de dinero no alcanza para nada en ninguna parte del mundo, además, con lo que gana mensual un profesional en este país, comes modestamente dos veces en un día en cualquier parte de Latinoamérica.
Claro que como estamos hablando de un país multidimensional, también encontramos grandes grupos económicos que tienen ingresos en dólares y aunque sea increíble, casi todos pertenecen al ramo de los servicios, desde las innombrables meretrices, cuyos honorarios van desde los 30 hasta los 200 dólares por noche, los abogados cuya similitud en flexibilidad moral con las meretrices los hacen afines, médicos, odontólogos, policías (y similares) que en Venezuela , no hay culpables si no pobres que no pueden pagar por su libertad, políticos, empresarios, taxistas y hasta jardineros, todos cobran por hora más de lo que gana en un mes cualquier doctor especialista de un hospital público o como en mi caso el de un profesional de las letras que trabaja en un área muy especializada pero sin ningún contacto en alta esfera alguna, y, sin embargo, estadísticamente este lote que vive en la dimensión de los ingresos en dólares, que representan menos del 1% de la población, por lo que tampoco es que tengan mucho impacto .
Decir que disfrutas las vacaciones en Venezuela es un eufemismo para decir entras en el limbo del ocio vacío, ya que la bronca y la desesperanza, tampoco es que dejan mucho espacio para hacer nada creativo.
Para usted querido lector de otras latitudes, que trabaja como profesional en cualquier área, quizás es técnico especializado, sea algo difícil de imaginar y crea que soy un exagerado; a lo mejor piensa que soy bobo por no aprovechar las maravillas del teletrabajo y ganar en dólares en vez de ser subesclavo de un empleo terrible que se lleva como un castigo ineludible, le puedo responder que es complicado, pues, donde vivo no hay ni posibilidades de tener acceso al servicio de internet, porque en primer lugar, se han robado el cableado telefónico y en segundo el servicio satelital privado cuesta veinte veces más, de mi sueldo mensual sin incluir la instalación y el servicio, por tanto, cualquier tentativa de inventos en función del uso de internet está fuera de discusión.
En Venezuela tener un buen empleo es casi una utopía, las razones son muchas y la obtención dependerá del oficio que tientes o de la profesión que ejerzas, en el caso de muchos, las capacidades no dan para facturar en dólares, por tanto, cualquier tentativa de mejora es más un asunto de suerte que de certezas. En otras latitudes pareciera que sucede lo mismo pues, hay muchos que se quejan de su sueldo, sin caer en cuenta de lo millonarios que son, asunto que imagino deviene de la mala costumbre humana de ser siempre inconforme, pero por favor le ruego, pensar en lo siguiente: si en su país usted puede aspirar a créditos para vivienda sin tener que formar parte del partido de gobierno, como suele pasar en Venezuela, en cuyo caso quizás, tenga casa pero jamás será suya pues nadie le da papeles de propiedad del inmueble, si su quincena le da para comprar un mercado de tres comidas diarias más proteína, algún que otro dulce, un licor que no lo amenace con dejarlo ciego de a intoxicación por su mala calidad, una ida al cine, una comida fuera de casa y aun así ahorrar algo para cualquier proyecto; si sus vacaciones pueden ser planificadas más allá de ver a los vecinos pasar, no se queje, usted es multimillonario. Si no estudió ni se preparó, ya sabe que es su culpa, por no prever el futuro. Si es muy pobre, vea a su alrededor que quizás exista salida, pero si vive en Venezuela, sepa que ni con tres doctorados tendrá el estatus económico de un obrero colombiano, claro a menos que usted, detente alguna de las profesiones más provechosas de este país, donde por desgracia las muy lucrativas están lejos del modus vivendi de la gente de bien.
seryhumano.com / José Ramón Briceño