El Ser y YO

No debe engañarse a sí mismo, y conste que usted es la persona a quien le es más fácil engañar

Richard Feynman
Retroalimentación

¿Sabías que deberíamos tratar la retroalimentación como un don precioso?

Todos tenemos puntos ciegos, cosas que hacemos que se envuelven un estorbo, hábitos que no logramos ver o conocer. Y, sin embargo, todos a nuestro alrededor pueden verlos con claridad. Piense en las personas que conoce bien. ¿No es cierto que la mayoría de ellas se perjudican a sí mismas con una conducta de la que ni siquiera están conscientes?

Como estamos dentro de nosotros mismos y no podemos ver nuestra propia conducta como la ven otros, el único modo de saber algo sobre nuestros hábitos ocultos entorpecedores es por medio de la retroalimentación que nos proporcionan otras personas.

Judy, una mujer de cincuenta y un años, es buena persona, amable, brillante y talentosa. Pero habla demasiado…. y escucha muy poco. Tanto su trabajo como sus relaciones sufren las consecuencias, pero ella no tiene idea de a qué pueda deberse. Su esposo y sus amigas siguen queriendo decírselo, pero ella no los oye. Si Judy se diera cuenta del valor de la retroalimentación, y escuchara para descubrir, oiría el lamento de su esposo: “Pero no me diste oportunidad de decírtelo”; verían que otros juguetean con objetos, miran en otra dirección y demuestran aburrimiento cuando ella monopoliza las conversaciones. Podría usar esa retroalimentación como un don que le ayudara a mejorar sus relaciones y su efectividad.

Aprendería a hablar menos y a escuchar más.

Un hallazgo sorprendente en mi estudio de adultos sumamente eficaces y en constante superación, fue que cada uno de esos hombres y mujeres llenos de vida tienen el propósito deliberado de escuchar con toda atención críticas, comentarios personales y señales no verbales de los demás. Rich, ese profesor mío que nunca dejaba de aprender, decía: “Aun en la crítica hiriente hay siempre un poco de verdad”.

Warren Buffet dijo: “El éxito no se nos atraviesa en el camino”. Una de las formas más importantes de volverse más vital y efectivo es encontrar el modo de escudriñar nuestros puntos ciegos, para tener conciencias más claras de nuestras debilidades y de las maneras en que cometemos un sabotaje contra nosotros mismos, y luego hacer algo al respecto. Solo entonces podremos llegar a ser lo mejor de nuestro yo.

Cuando Marie terminó su trabajo de posgrado- que fue una tarea muy ardua para una madre soltera con dos hijos_, se puso a empacar lo que tenía en su oficina de maestra estudiante, preparándose así para volver a casa. Su compañera de oficina le dijo:

_Pero, Marie… ¿no vas a celebrarlo? Nunca celebras nada.

Mientras conducía el auto, rumbo a su casa, Marie se dijo: “Tiene razón, yo no acostumbro a celebrar…” Ahora ya lo hace.

El mejor modo de conocer los propios puntos ciegos es:

. – Aceptar la retroalimentación y la crítica como un don precioso. Las personas que lo aprecian están tratando de ayudarle.

. –  Si usted no tiene la retroalimentación, pregunte en tono amable (no en actitud de defensa) qué están queriendo decirle. Hable más del tema.

. – Esté consciente de que su primera reacción va a ser negativa. Como esa conducta estaba oculta en un punto ciego suyo, a usted le costará trabajo creer lo que le dicen… al principio.

. – Recuerde, si no se hace consciente de un problema, no puede corregirlo.

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Necesitará tiempo para acoger la crítica constructiva, porque la mayoría de nosotros automáticamente la resiente y la rechaza. Duele. Pero una vez que se adquiere el hábito de escuchar para descubrir, uno comprueba que puede servirle para vivir en forma más eficiente… y crecer. Ahí es donde radica el poder al que Robert Burns se refería cuando escribió este pensamiento suyo que aquí transcribo:

¡Oh, quién nos diera el don de poder vernos como otros nos ven! Eso nos libraría de muchos errores garrafales.

seryhumano.com / Dottie Billington

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