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Mindhunter es una serie de televisión estadounidense que fue estrenada el 13 de octubre de 2017 por Netflix. Está basada en el libro Mind Hunter: Inside FBI’s Elite Serial Crime Unit de Mark Olshaker y John E. Douglas. En noviembre de 2017, Netflix anunció la renovación para una segunda temporada, que se estrenó el 16 de agosto de 2019.
A fines de los años 1970, dos agentes del FBI se reúnen con asesinos y violadores encarcelados para desarrollar perfiles psicológicos de criminales, pero sus jefes temen que se están involucrando demasiado con sus entrevistados.
Menos, es más. Esa es la moral artística en la que se mueve Mindhunter, la serie de Netflix donde profundiza en el estilo que ya mostró en su debut de 2017: la segunda temporada de la ficción, sobre dos agentes del FBI que investigan a asesinos seriales, convierte la televisión en cine, con un guion extraordinario que profundiza sobre el origen del mal: importa más el por qué que el cómo. Así, esta vez los crímenes del “asesino de niños de Atlanta”, en 1979, son ficcionados a través de varios testigos, donde el relato se impone a los juegos de artificio, la morbosidad y la obviedad, consiguiendo momentos realmente brillantes para la serie producida, entre otros, por Charlize Theron y David Fincher, este último a cargo de la dirección de los tres primeros episodios del segundo ciclo.
La mano del cineasta de Zodiac y Los siete pecados capitales se nota no solo en la dirección artística (una fotografía azulada y oscura, más cinematográfica y meticulosa en su ambientación y muy en el tono de la película protagonizada por Jake Gyllenhaal) sino también en dónde pone el ojo, con encuadres que son un lujo y más interesado en mostrar, esta vez, cómo el lidiar con el mal termina provocando consecuencias palpables en los dos agentes del FBI que protagonizan la historia (Holden y Bill, encarnados con aplomo por Jonathan Groff y Holt McCallany), donde nuevamente son las entrevistas a asesinos los que se roban los mejores momentos, en un método para conseguir información que esta vez tiene el respaldo de un nuevo jefe del FBI y donde hay un hábil manejo de la tensión, donde la mitad del relato —la visual— queda a voluntad del televidente.
La profundización de la sicología de los asesinos retratados —todos sacados de hechos verídicos y que en ningún caso los glorifica, sino más bien los expone en sus contradicciones— y de los personajes principales consigue que cada uno tenga varias capas y donde cada acción tiene una motivación en un sentido profundo y sin artimañas de esas que abusan los thrillers sicológicos en la pantalla.
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