Georg Friedrich Haendel (1685-1759) fue por encima de todo un compositor teatral, que aprendió su oficio primero en su Alemania natal y después en Italia, donde estuvo entre 1706 y 1709. Luego se trasladó a Londres, donde compuso primero unas cuarenta óperas y, a continuación, siguiendo la moda, unos 25 oratorios. Quizá la Música acuática no fue una ofrenda al rey Jorge I, cuyo servicio había abandonado Haendel en Hannover, pero aquella música, que le acompañó cuando remontó el Támesis y descendió de nuevo por él en julio de 1717, fue muy bien recibida. Se cuenta que fue interpretada por cincuenta músicos en una barcaza, un número exigido seguramente por la acústica al aire libre y la algarabía con motivo de semejante ocasión.
Las diferencias entre los manuscritos de Haendel y sus primeras ediciones hacen pensar que los movimientos de Música acuática no estaban ordenados con mucha precisión. Suelen reunirse en tres suites: una fa mayor, que incorpora trompas, y otra en re mayor, tono idóneo para trompetas. La tercera, en sol mayor y con sosegadas flautas, parece más adecuada para su interpretación en anteriores.
La música de este alemán de origen, formado en Italia y que vivió en Inglaterra, recibió mucha influencia de Francia, pues contiene una “ouverture” inspirada en Lully seguida de una serie de elegantes aires y danzas, algunas de las cuales llevan título francés.
John Eliot Gardiner y el English Baroque Soloists cuentan con unos diez intérpretes menos de los que se decía que componían el grupo de Haendel, pero consiguen un sonido delicado y conmovedor con un tempo bastante animado. Una interpretación para deleitar a un rey.
seryhumano.com / George Pratt