En el centro de Muestra de infancia yace la cuestión de la relación entre la adulta y la niña que fue en otro tiempo. ¿Es capaz la adulta de dejar atrás a la niña? ¿Una niña cuyas primeras impresiones corresponden a la Alemania nazi podrá librarse de su influencia?
Nelly Jordan, la narradora autobiográfica de Muestra de infancia, se plantea estas cuestiones al regresar a su pueblo natal, L, convertido en la actualidad en el pueblo polaco de G. Nelly vio L por última vez siendo todavía una niña, en el punto álgido de la Segunda Guerra Mundial, mientras huía del avance ruso. La visita actúa como catalizador de unos recuerdos dolorosos: imágenes que había reprimido afloran de nuevo mientras rememora una infancia bajo el régimen nazi desde el prisma de una ciudadana adulta de la Alemania Oriental.
La chocante conclusión a la que llega Nelly es que el fascismo de la existencia cotidiana de su familia y sus conocidos de entonces no dista tanto de la cobardía y la hipocresía de la RDA socialista del período en que escribe. Un país de nazis no puede convertirse de la noche a la mañana en una nación de héroes socialistas. El cambio, de llegar a producirse, será escalonado. Muestra de infancia destaca porque reconoce la necesidad de mirar al pasado de Alemania con total honestidad pese al desasosiego que pueda implicar. La determinación con que Wolf se enfrentó a la ideología de la RDA le ganó la admiración y el respeto dentro y fuera de Alemania.
“Te imaginas una nación de seres durmientes, un pueblo cuyos cerebros dormidos cumplen la orden recibida: cancelar, cancelar, cancelar.” Christa Wolf, bien conocida por su abierta crítica a los dirigentes de la Alemania del Este durante la época comunista.
seryhumano.com / Maren Meinhardt