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el papa buenoEl «Papa bueno» será, a partir del domingo 27 de abril de 2014, oficialmente santo. Un pontífice dentro de la Iglesia que sorprendió al mundo y a la propia Iglesia, y que será recordado como el impulsor de una de las mayores reformas de la institución: el Concilio Vaticano II.

Elegido para muchos como pontífice de transición, Angelo Roncalli no tardó en ganarse la admiración de todos, fiel y no fiel. Un Papa cercano y sencillo que buscó hacer lo mismo con la Iglesia, acercarla a los fieles y hacerla más sencilla.

«Supuso un golpe de aire fresco«, explica Ildefonso Camacho, rector de la Facultad de Teología de Granada. «Era un hombre capaz de transmitir paz, una paz natural, serena, cordial, una paz que con su elección se manifestó al mundo entero«, declaraba Marco Roncalli, su sobrino y biógrafo.

Un origen sencillo y una carrera diplomática

Conocido como «El Papa bueno», Angelo Giuseppe Roncalli nació en 1881 en Sotto il Monte, Bérgamo, en el norte de Italia, en el seno de una familia campesina y profundamente católica.   

Una simplicidad y cercanía que le marcó toda su vida. «Era el papa bueno por su mismo aspecto físico, tenía un aspecto bonachón, un cambio con respecto a otros papas más distantes«, explica Ildefonso Camacho. Su origen sencillo contrastaba especialmente con el de su predecesor, Pío XII, que provenía de una antigua familia aristocrática.

«Hacía las cosas más sencillas, por su misma forma de actuar huía del protocolo, de la formalidad«, señala Camacho. Durante su pontificado modernizó la vida en la corte vaticana, flexibilizando el protocolo y facilitando el contacto del papa con la realidad cotidiana.el papa bueno1

Fue ordenado sacerdote el 10 de agosto 1904 y sirvió en varios cargos, fue nuncio papal en Francia, y delegado de Bulgaria y Grecia. Eligió como su lema episcopal Obedientia et Pax («Obediencia y Paz»), que se convertiría en su lema vital.

Durante su época como nuncio, realizó numerosas intervenciones para salvar a refugiados del Holocausto. Multitud de judíos de todas las nacionalidades y edades consiguieron escapar gracias a sus actuaciones.

Como explica Camacho, su experiencia marcó profundamente su labor cono pontífice, «tuvo un comienzo humilde e hizo la carrera de seminarista, pero más adelante entró en el mundo diplomático, lo cual le hizo pasar por distintos ambientes, estuvo en contacto con el mundo islámico y de centroeuropa, por ejemplo«.

Conocido por su apertura, como papa intensificó las relaciones diplomáticas con los líderes políticos mundiales, incluidos los soviéticos, por lo que contribuyó a reducir la tensión entre comunistas y cristianos.

Un papa inesperado que sorprendió al mundo

Su gran momento llegó cuando sucedió a Pío XII en 1958. La sorpresa de su elección fue mayúscula hasta para él, había llegado a Roma con un billete de vuelta a Venecia. Elegido con 77 años, su edad propició que muchos pensaran en él como un papa de transición.

Idea que pronto echó atrás: apenas dos meses después convocó a todos los obispos del mundo a la celebración del Concilio Vaticano II. La Iglesia nunca volvería a ser la misma, pero él jamás vería el fin de la transformación que había iniciado. El 3 de junio de 1963, poco después de iniciarse el Concilio, Juan XXIII moría tras una larga enfermedad.

«Lo más importante es que no sólo supo poner el concilio en marcha, sino que supo darle una dirección, supo conectar a la Iglesia de nuevo con la sociedad moderna«, comenta Camacho.el papa bueno2

Una cercanía con la sociedad que se refleja en su encíclica ‘Pacem in Terris’, la primera en la historia dirigida a «todos los hombres de buena voluntad», y no sólo a los creyentes. Además, estableció relaciones amistosas con las iglesias protestantes y ortodoxas y eliminó de la liturgia las viejas alusiones contrarias a los judíos.

Una canonización de un solo milagro

Su proclamación como santo llegó «por la vía rápida»: fue canonizado antes de esperar  un segundo milagro, una decisión motivada por la gran veneración que suscita. Además fue canonizado junto a aquel que lo beatificó. El tres de septiembre del año 2000, Juan Pablo II reconocía a Juan XXIII como beato y ahora fueron proclamados juntos como santos.

Su canonización llegó por la vía rápida a medias. Llega antes de esperar a un segundo milagro, pero tras su beatificación, su avance hacia el siguiente paso se quedó atascado en la llamada «fábrica de santos» de la Iglesia de Karol Wojtyła. El proceso final llega con el papa Francisco, con quien muchos le comparan. Para su beatificación, el milagro aprobado fue la curación de una perforación gástrica hemorrágica con fístula externa y peritonitis aguda de la monja Caterina Capitani en 1966.

seryhumano.com / Raffaella M. Breeze

Fuente: lainformacion.com

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