En 2008, una enorme oleada de esperanza recorrió Estados Unidos y el mundo con la llegada del primer presidente negro a la Casa Blanca
Con un lema ya planetario “Sí se puede”, repitió hazaña en 2012, convirtiéndose en el segundo presidente demócrata en renovar mandato desde la Segunda Guerra Mundial. 8 años después, ¿qué legado deja Barak Obama?
En política interior uno de los cambios prometidos y cumplidos, al menos parcialmente, ha sido la reforma del sistema médico.
Aunque el famoso Obamacare no ha logrado crear un sistema estatal de salud, porque millones de estadounidenses siguen sin cobertura médica, la reforma ha dado la posibilidad a otros muchos millones de tener un seguro médico.
También la situación económica ha mejorado. Elegido presidente en pleno marasmo mundial, durante sus dos mandatos consiguió impulsar la economía, resucitar la moribunda industria del automóvil y bajar la cifra de desempleo que ahora se mantiene estable en un 5%.
Pero no todo han sido logros. En el plano de la desigualdad racial, el presidente ha fracasado. La decepción de la comunidad negra es proporcional a la esperanza que suscitó su elección. Ni el racismo ni la violencia policial contra los negros han disminuido. Ferguson quedará como el emblema de esa oportunidad perdida.
En el plano internacional también ha habido logros históricos y algunas decepciones. Un año después de su elección, le concedieron el Nobel de la Paz, una elección que suscitó muchas críticas acalladas después por sus esfuerzos para lograrla en diversos frentes.
Para empezar en Irán. Obama fue un elemento clave en la consecución de un histórico acuerdo sobre el programa nuclear de Teherán pese a las reticencias de Israel, aliado histórico de Washington.
Barack Obama: presidente saliente de Estados Unidos:
“Estados Unidos, junto con sus socios internacionales, ha conseguido lo que no han logrado décadas de animadversión”
En el acercamiento a Cuba puso todo su empeño personal y se ha apuntado otro hito histórico. Tras medio siglo de enemistad, los dos países han enterrado el hacha de guerra, reabierto sus respectivas embajadas y multiplicado los encuentros.
Pero el acontecimiento más simbólico del primer mandato de Obama se produjo mucho antes, en 2011: el asesinato de Osama Ben Laden, autor de los atentados del 11 de septiembre. Una victoria para el presidente, para sus tropas y para su estado mayor que no ha contribuido a acabar con la inestabilidad en la región ni con el terrorismo.
Otra de las promesas de campaña del candidato Obama fue la retirada de las tropas estadounidenses de Irak y Afganistán. Y la ha cumplido. En 2011 los últimos soldados salieron de Irak. Dos años después, las tropas en Afganistán hicieron lo propio.
A la guerra civil en Irak siguió, en 2011, el conflicto en la vecina Siria. El nuevo enemigo ya no era Al Qaeda, sino Dáesh. La coalición que organizó Washington tras muchos titubeos no consiguió parar la guerra y derrotar al enemigo. El conflicto en Siria ha deteriorado además las relaciones con Rusia, actualmente bajo mínimos.
Giros inesperados, figuras inéditas y traspiés marcan los dos mandatos de un líder con estilo propio. La Historia dirá si su herencia está a la altura de su carisma.
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