<<Se puede ser tan músico como Saint-Saëns; ¡pero resulta imposible serlo más!>> Franz Liszt
En la actualidad no suele interpretarse música de Camille Saint-Saëns (1835-1921) pero esta brillante pieza para violín y orquesta, muy bien escrita, ha sobrevivido por méritos propios en el catálogo de las grabaciones. Hoy en día es complicado escuchar tales piezas en salas de concierto, porque se considera que no encajan en los esquemas de programación.
Durante el siglo XIX, cuando los programas contenían más obras, a un solista le resultaba útil disponer de una pieza excitante, tras interpretar un concierto en la primera parte.
Saint-Saëns sentía una gran admiración por el virtuoso español Pablo de Sarasate y escribió la mayor parte de su música para violín con este en mente. Al igual que muchos músicos españoles, Sarasate acabó puliendo su técnica en París, por lo que conocía bien el estilo francés.
La mayoría de los grandes violinistas han grabado Introducción y Rondo capriccioso, pero la versión de Itzhak Perlman continúa siendo la mejor. Esto es debido a que se ha rodeado de una gran orquesta francesa, dirigida por un comprensivo director y compositor francés.
Perlman realizó otra grabación de la pieza con la Filarmónica de Nueva York bajo la batuta de su amigo Zubin Mehta, pero en esa ocasión no surgió la magia. La versión anterior está más equilibrada, grabada de manera más agradable y resulta más optimista y espontánea. En aquel momento, Perlman probablemente fuese el mejor violinista del mundo, dominando con excelencia diferentes estilos.
En una de esas grabaciones su sonido es de una belleza extrema y jamás resulta demasiado cargado. Esta famosa interpretación ha sido editada junto a infinidad de piezas, pero generalmente se presenta con otras piezas francesas grabadas durante la misma sesión con resultados similares.
seryhumano.com / Tully Potter