Un tributo a la magia de Shakespeare, a la magia del amor escenificado en esta versión de “La Reina de las Hadas”.
La obra de Purcell adopta un aire nuevo sobre el escenario del Theater an der Wien y bajo la batuta de Christophe Rousset al frente de la orquesta barroca Les Talens Lyriques.
Inspirada en la comedia de Shakespeare “Sueño de una noche de verano”, esta semiópera intercala pequeñas mascaradas que hacen alusión de manera metafórica a los actos de la obra.
Mariame Clément, directora de escena:
“¿Qué es lo típico de “Sueño de una noche de verano”? Es el teatro dentro del teatro, los propios actores escenifican la obra representada por actores principiantes interpretando la obra de “Píramo y Tisbe”. Entonces, pensamos, ¿por qué no añadir algo más? vamos a hacer que esos actores hablen, a su vez, de “La Reina de las Hadas”, esta ópera que contiene a su vez otra obra. Es solo un pretexto para mostrar a hombres y mujeres que están cerca de eso que nosotros conocemos, una excusa para mostrar las emociones, la verdad, las relaciones, todo lo que nos emociona y, así, poder conmover también al espectador, aunque el mundo del teatro, de la ópera y sus ensayos les sea algo lejano.”
Christophe Rousset, fundador de la orquesta barroca “Les Talents Lyriques” y clavecinista de renombre, dirige la obra:
“Esta música tiene tanto encanto, tanta atracción, simplemente, por su capacidad de hacerse eco de esas influencias europeas, sobre todo italianas, evidentemente, pero, también, recupera muchos elementos franceses: esas corazonadas, esas danzas. Luego está ese lado íntimo aunque también tenemos que hablar de elementos ingleses, toda esa polifonía con sus disonancias tan sabrosas que Purcell incluye en el texto orquestal. Además, tenemos toda esos pequeños sonidos intimistas que se suceden, unos tras otros.”
Farsa y engaño, ingredientes teatrales de aquella época se integran con maestría en esta producción.
“A pesar de la presencia de fanfarria, trompetas y timbales, yo diría que lo más interesante de la obra de Purcell es, más bien, ese lado afectivo, sentimental. Intento conmover a mi público con giros inusuales que requieren un gran esmero interpretativo, quiero decir, que no puedes zarandear la música, hay que tratarla con dulzura e intentar que todos los instrumentistas y los cantantes presentes sean extremadamente precavidos para no arruinar ese efecto musical delicado”, describe Christophe Rousset.
“Sueño de una noche de verano” de Shakespeare es una metáfora de un conjunto de elementos: esa noche, ese espacio y ese tiempo en el que los personajes van a experimentar cosas que no habían vivido antes, experiencias que van a transformarles, que van a trastornarles. La obra habla de un bosque, una noche, metafóricamente, también podríamos decir que la puesta en escena, los ensayos, todas estas semanas son una especie de bosque encantado, un lugar donde la magia surge, los sentimientos nacen y mueren, se crea algo cuya naturaleza es mágica”, explica Christophe Rousset.
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