Primero probaron con monos y luego con personas
Alemania descubre con horror un nuevo escándalo ligado a su poderosa industria automovilística: Científicos alemanes utilizaron cobayas humanas para ver cómo les afectaba los gases tóxicos producidos por la combustión en los motores diésel.
Las pruebas las solicitó un grupo de presión ya desaparecido llamada Grupo Europeo de Investigación sobre Medio Ambiente y Salud en el Sector del Transporte, y que estaba financiado por las compañías Volkswagen, Daymler y BMV. Durante los ensayos, que se realizaron entre los años 2012 y 2015, se obligó a inhalar dióxido de nitrógeno durante varias horas a un grupo de 25 personas sanas que luego fueron examinadas en un hospital universitario de Aquisgrán. El objetivo era saber si la tecnología moderna rebajaba la toxicidad de las emisiones de diésel.
A pesar de que, según figura en los documentos, no se puedo detectar reacción alguna a la inhalación de dióxido de nitrógeno, la exposición continuada a este compuesto químico gaseoso se vincula directamente con enfermedades respiratorias, el florecimiento de alergias e incluso al incremento de la mortalidad.
Tras hacerse público lo ocurrido, las tres compañías involucradas han rechazado este tipo de prácticas y las han condenado enérgicamente. El escándalo se suma a otros que pesan como una losa sobre la reputación del sector, como el del fraude en las emisiones contaminantes de los vehículos diésel de Volkswagen. Este grupo automovilístico se declaró culpable ante la Justicia estadounidense y accedió a pagar más de 26.000 millones de dólares en multas por haber trucado las pruebas de emisiones de los motores diésel con un software instalado en los vehículos. Hace unos días se supo que esos mismos coches trucados sirvieron para realizar unas pruebas de toxicidad con monos en un laboratorio estadounidense hace cuatro años.
La clase política no ha tardado en salir a la palestra a denunciar los hechos. «Esos experimentos no tienen ninguna justificación ética ni científica y obligan a formular preguntas críticas a todos los responsables«, ha asegurado el portavoz del Gobierno, Steffen Seibert. Desde el Ministerio de Transporte también se han reclamado explicaciones a las poderosas compañías automovilísticas del país y el fin de todo tipo de experimentos. Asimismo se les ha pedido que trabajen en rebajar las emisiones contaminantes de sus vehículos, claves en la bonanza económica de Alemania.
El escándalo se ha cobrado la primera víctima. Thomas Steg, responsable de relaciones públicas del grupo Volkswagen, ha sido suspendido de su cargo mientras se realiza una investigación interna sobre lo ocurrido. La ministra alemana de Medio Ambiente, Barbara Hendricks, ha condenado desde Bruselas estos polémicos experimentos… y ha visto como la Comisión Europea le instaba a adoptar medidas urgentes contra sus responsables.
seryhumano.com