El Ser y YO

Si examinas y haces un resumen de tus días, seguro que recuerdas algún momento en el que has hecho algo por alguien. Algo que te ha supuesto un coste personal, ya sea en tiempo dinero u otro tipo de recurso. Quizás consideraste que debías rechazar la petición porque consideraste que ese precio era demasiado alto.

Las personas no solemos ser un ramillete de virtud y generosidad, ni tampoco un continuo de comportamientos egoístas, más bien nos encontramos en un intermedio en el que nos movemos dependiendo de varios factores, entre ellos nuestro momento vital.

Infinidad de veces me he hecho la pregunta de “¿Soy egoísta si hago o no hago tal cosa?”. Esta pregunta surge cuando alguien nos hace una petición razonable y tenemos que valorar si accedemos o no, cuando acceder supone un coste, o cuando se nos ocurren formas de ayudar que pueden o no ser desmedidas para la responsabilidad que tenemos. Seguro que a ti se te ocurren más situaciones en las que te has hecho esa pregunta y a menudo la respuesta no es sencilla.

Por ello, estos siete rasgos que se describen a continuación, pueden ayudar en el camino a descubrir comportamientos egoístas, tanto propios como ajenos. Cuando se reproducen de manera constante podemos decir que son característicos de personas con exceso de ego:

  1. No muestran sus debilidades y vulnerabilidades

Un motivo común para no prestar ayuda es el temor a mostrar debilidad, al intentarlo y creer quedar en evidencia sienten que la acción en realidad no sirve de mucho. La persona piensa que, por echar una mano a otra persona que la necesita, están mostrando debilidad e inseguridad interior.

En esencia todas las personas tenemos debilidades es parte de lo que nos convierte en humanos, nos hacen aprender y evolucionar.

 

  1. No aceptan las críticas constructivas

Las personas en una actitud egoísta sostienen el pensamiento de que su entorno intenta menospreciar su trabajo y potencial. De este modo, intentarán a toda costa no reconocer una crítica constructiva, a menudo se defienden con la ironía y es muy complicado que reconozcan que están equivocados.

 

  1. Consideran que merecen todo

En una actitud egoísta, se caracterizan por ser poco constantes a la hora de seguir sus metas. Podríamos decir que las cambian continuamente y demandan que cada una de sus ocurrencias sea valorada y tenida en cuenta de la misma forma que la de la persona que ya lleva una larga trayectoria.

Pueden llegar a pensar que el éxito estará siempre de su lado porque sí, dándoles igual a quien tengan que quitarse de en medio en su camino para conseguirlo.

 

  1. No escuchan a los que están en desacuerdo con ellos

Las personas egoístas sienten como enemigos a aquellos que son maduros e inteligentes, ya que estos son capaces de respetar y escuchar las opiniones ajenas.

Escuchar y aprender de las demás opiniones es una buena oportunidad de ampliar los horizontes y crecer. Selecciona con los que quieres quedarte pero no dejes de escuchar, no ignores porque temes, ni le vuelvas la espalda al mundo.

 

  1. Critican a espaldas de los demás

Las personas en actitud egoísta prefieren la crítica fácil y por la espalda. En el fondo temen no tener razón y la hacen desde la distancia para que la realidad no pueda estropear su idea de cómo tienen dibujado el mundo en su cabeza.

Necesitan creer, por ejemplo, que todas las personas que son pobres lo son porque no quieren trabajar y prefieren vivir en la calle o porque no tienen la suficiente fuerza de voluntad y constancia para formarse. Sosteniendo estas explicaciones pueden separarse mentalmente de las personas que viven en condiciones precarias, descartando la idea de que un día un golpe de mala fortuna pueda llevarlas al mismo lugar.

 

En el fondo temen por su palacio de cristal…

 

  1. Agrandan sus logros

Una de las carencias más importantes y notorias de una persona en actitud egoísta tiene que ver con la falta de humildad. La humildad es una virtud preciosa necesaria para crecer como seres humanos y personas sociables con nuestro entorno. Las personas egocéntricas únicamente taparán este potencial personal buscando resaltar y engrandecer sus logros.

Se adjudicarán más responsabilidad de la que les corresponde cuando el resultado ha sido un éxito y buscarán la salida de emergencia cuando le proyecto no haya terminado bien. Por otro lado, puedes contar con ellos para navegar, siempre y cuando el viento vaya a favor.

 

Los retos difíciles o desafiantes no están hechos para los egoístas.

 

  1. Les da miedo arriesgarse

Pánico, terror. Enlazando con el punto anterior no consideran el fracaso porque nunca se exponen a él. Eso sí, no dudan en criticar de forma dura y severa cuando otros no consiguen aquello que pretenden. Son los primeros que te van a decir, “sí, es que ya se veía venir…”

Dentro de mi propio crecimiento personal, pude ser testigo de algunos de los rasgos anteriores y cuando te das cuenta de ello, de que no te estás responsabilizándote de tus acciones, comienzas a ver la luz de la madurez.

 

Es entonces, cuando te das cuenta del daño que has hecho y que estabas haciendo a las personas que te quieren. Te percatas que estás creciendo y das los primeros pasos arriesgándote.

seryhumano.com / Paula Díaz

La Mente es Maravillosa