Una vez conocí a alguien llamado Peter que siempre gritaba a los cuatro vientos: “Todo lo que gano se me va en pagar cuentas.” Repetía como perico, y sin sorpresa para los demás, siempre estaba quebrado.
Tu modo de hablar configura tu vida. Si les dices a todos que siempre estás quebrado, es probable que continúes así. Si esperas olvidar, olvidarás, si esperas comportarte como un tonto…
Imagina a un boxeador que sube al cuadrilátero diciéndose: “¡Soy un perdedor y un cobarde!” ¿Cuánto tiempo crees que dure en la pelea?
Imagina a una cantante que aparece en el escenario y se dice: “¡Estoy perdida! ¡Me van a odiar!”
¿Cómo crees que cantará?
Es es la receta perfecta para el desastre.
Muchos de nosotros usamos esta receta cada día. Nos decimos: “Estoy gordísima.” “Todo se me olvida”. “Siempre ando sin un centavo”. “Soy un idiota”. Luego, nos preguntamos por qué fracasamos.
Entonces, ¿cómo empezarás pensar positivamente? El primer paso es cuidar lo que dices. Siempre ten conciencia de lo que DICES sobre ti mismo.
A partir de hoy NUNCA HABLES MAL DE TI. Nunca le digas a los demás: “Soy una inútil, siempre arruino todo, mis novios me han botado por otras.”
Haz la promesa: “Desde hoy no voy a criticarme. Si no tengo algo bueno que decir de mí, entonces mejor cierro la boca.”
Es muy difícil controlar nuestros pensamientos, pero PODEMOS controlar todo lo que sale de nuestros labios. Una vez que aprendemos a controlar la forma en la que nos expresamos, empezamos, a pensar positivamente y nuestra vida mejora.
EN DOS PALABRAS
Nos convertimos en lo que pensamos y decimos.
seryhumano.com / Andrew Matthews