por José Ramón Briceño
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Históricamente Venezuela ha sido un país donde la política ha dependido siempre de la cualidad absolutamente visceral de sus habitantes, desde el siglo XIX hasta este siglo XXI es el filón que más han aprovechado los políticos; si hacemos una revisión de los últimos cien años nos encontraremos con que los diferentes gobiernos han usado y abusado de esta característica para lograr sus fines políticos, por tanto el fenómeno chavista no es nada nuevo, ellos simplemente abusaron de una inmensa maquinaria electorera plagada de sitios comunes, promesas y por supuesto una disciplina comunicativa cuya principal característica fue usar mentiras o medias verdades para justificar cualquier desafuero, apalancando todo bajo la figura del líder benefactor de las clases menos favorecidas. Otra característica bastante común del venezolano es tener una memoria muy corta sobre la historia nacional.
Basándonos en la tesis de una masa visceral, el campo para la política es bastante fértil y amplio como para permitir la manipulación con dadivas que pueda ser efectiva a fin de mantener un dominio en el campo del poder político, además, durante los primeros 15 años del gobierno chavista hubo regalías petroleras como para despilfarrar en dadivas sin que las ganancias de los grandes protagonistas de la palestra política se viesen mermadas, lo que permitió el enraizamiento de una particular clase política que creíamos había desaparecido a principios del siglo XX cuando las montoneras fueron exterminadas por la revolución restauradora del general Gómez.
Desde los tiempos de Chávez, una de las principales vías de gestión política ha sido la de manipular la información sobre cualquier administración ligada al gobierno, para ello se construyó una línea comunicacional fundamentada en dos columnas, la primera es la de ensalzar (y justificar) con todo tipo de recursos la gestión de los jefes políticos y, la segunda es la de no tener ninguna información oficial, no hay estadísticas, las oficinas gubernamentales no entregan información sobre sus gestiones, ni existe ningún ente ante el cual, investigar sobre ningún tema específico, y así, todo forma parte de la especulación. Hasta eliminaron del código penal el articulo referente a la “noticia criminis” que refería a la obligación de los tribunales a investigar denuncias hechas desde cualquier medio de comunicación. Como si esto fuese poco, desde hace varios años han erradicado con varios métodos (muy efectivos por cierto) la prensa libre, desde el cierre de emisoras hasta la no importación de papel para medios impresos, llegando incluso a la censura y encarcelación de periodistas que languidecen en las cárceles por años, sin juicio, lo que por cierto ya es de por si un crimen, pues, hay leyes que prohíben estas prácticas, sin embargo, como ya sabemos las leyes muy poca mella hacen en la administración de justicia de Venezuela.
El manejo de masas necesita estar bajo la egida de un sistema de pensamiento único, este solo puede existir si no hay interferencia alguna que enturbie las intenciones comunicativas del poder que pretende dominar a la masa, más si esta se maneja bajo la emoción, deben necesariamente guiar las emociones a través del camino de un engaño continuado que sea cónsono con las intenciones del poder y, para ello necesita que la información no fluya, razón por la cual, se instaura sin contemplaciones un profundo silencio comunicacional independiente, solo puede ser dependiente del Estado todopoderoso. Este silencio ha logrado que no exista modo fiable de medir la veracidad de la noticia, pues, al no existir medios ni fuentes para confirmar los hechos, todo lo que leemos en internet y que asumimos como noticia, siempre está bajo la duda, por aquello de la desinformación factible. La ausencia de medios masivos confiables ha dado pie para que muchos inescrupulosos hagan de las suyas, como una periodista que valiéndose de la complicidad de su esposo inventó un supuesto secuestro por parte de las autoridades, eso causó un revuelo inmenso, pues, dada la asiduidad con la que suceden este tipo de hechos muchos nos hicimos a la tarea de exigir la liberación de la dama. Se incluyeron hasta periodistas de peso con una amplia trayectoria quienes enseguida se hicieron eco de los supuestos ruegos del esposo, pero al final resultó que la mujer estaba en México esperando pasar a USA, y se valió del engaño para sensibilizar a las autoridades de aquel país. Sinceramente espero que la devuelvan, pues, con la buena fe de las personas no se debe jugar, mucho menos empañar la credibilidad sobre hechos tan cotidianos que pueden suceder a cualquiera y que quizás, cuando el próximo desaparezca solo lo crean cuando su cadáver se encuentre en cualquier calle desierta como tantas veces ha sucedido.
La información que en casi cualquier parte del mundo encontramos en los noticiarios y que, a pesar de Telesur, los televidentes saben casi al instante lo que sucede en su país, acá no existe, entonces la única fuente de información posible le encontramos en Internet. En nuestro caso más específicamente en Twitter, espacio también tomado por muchos tarifados del gobierno (además) manejando miles de cuentas donde la nota principal es la de desinformar, enrarecer e insultar todo aquello que le convenga al gobierno complicar, de hecho hace muy poco alguien me ofreció pagar 50 dólares mensuales por cuenta de redes sociales donde hiciera de odiador (hater me dijo el personaje), eso es varias veces mi sueldo mensual y si tenía más de una cuenta pues la cosa prometía, a pesar de que mi bolsillo y mi despensa se hubiesen visto refrescados por la cantidad de dinero en efectivo me negué , imagino que como soy venezolano también sufro del mal de la emotividad y mi estómago no hubiese soportado la presión de hacerle propaganda a algo en lo que no creo. Mientras esto escribo pienso que fui estúpido pero hay gustos que uno tiene que darse así se muera de hambre en el camino, no ser colaborador es uno que me pienso dar mientras pueda.
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A fin de cuentas estimado lector, la verdad es que en Venezuela nadie sabe nada, le recomiendo que cuando lea algo en Internet, a menos que usted sepa cómo funciona la cosa en el país, tenga algún referente real sobre la posibilidad de que eso que afirme pueda ser factible, no de nada por cierto, manéjese por la lógica de que sí parece muy bonito no puede ser real y, así seguro se evitará el mal trago de hacer el tonto, afirmando cosas que puedan ser falsas, aunque quizás sigan existiendo personas detestables como la periodista que fingió su secuestro desde una habitación de hotel en México, pero ese es un riesgo que siempre tendremos que sortear, sin embargo, siempre es preferible hacer malabares confirmando noticias que creer a pies juntillas que un pulso electromagnético lanzado desde una nave espacial enviada por Mr. Trump terminó con las redes eléctricas venezolanas o fue un francotirador, un papagayo o las ondas electromagnéticas del ejercito paranormal manejado por la CIA desde Washington que componen las informaciones oficiales, dichas en cadena nacional para explicar el colapso eléctrico nacional.
seryhumano.com / José Ramón Briceño*
* Autor del libro “Relatos de un balsero de asfalto”