Por Andrés Landaeta
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Los poetas le dedican sus mejores versos. Los políticos centran en ella sus programas electorales. Muchos han dado su vida como tributo en guerras sangrientas por defenderla para ellos y para los suyos. Y, sin embargo, ¿quién tiene claro lo que entraña este principio y valor fundamental? La libertad es la ‘capacidad’ de tomar las propias decisiones y de dominar los propios actos. La facultad de marcarse un objetivo en la vida y hacer todo lo posible por conquistarlo. En cada acto libre entran en juego las dos facultades superiores del ser humano: la inteligencia que conoce y distingue entre el bien y el mal y la voluntad que tiende al bien, nunca de forma necesaria sino después de toda una deliberación entre lo que se nos presenta para elegir.
«La libertad del hombre no es una libertad de condicionamientos, sean biológicos, psicológicos o sociológicos. No es de ninguna manera libertad de algo, sino ‘libertad para algo’: libertad para tomar una posición ante todos esos condicionamientos. Si el hombre es infinitamente más importante que un animal es precisamente porque es libre«. Viktor Frankl, El hombre en busca de sentido
La libertad es solo una cara de la moneda… la otra es la responsabilidad. Cuando no se tiene en cuenta esta realidad, la libertad corre el peligro de acabar en libertinaje.
Nuestra posibilidad de ser libres es fruto de nuestra capacidad de conocer la verdad. Porque la libertad no es la libertad para hacer cualquier cosa, sino la libertad orientada al bien, único modo de lograr la felicidad para la que hemos sido creados. Es decir, el bien es el objetivo de la libertad. El hombre, como consecuencia, se hace libre cuando llega al conocimiento de lo verdadero, y esto es lo que guía su voluntad.
Separada de la verdad, la libertad deriva en libertinaje, en el ámbito de la vida individual, y en la arbitrariedad de los más fuertes y en la arrogancia del poder, en el ámbito de la vida política. Por eso la verdad es garantía del futuro de la libertad. «Debemos vencer nuestro miedo al futuro, pero no podemos vencerlo del todo si no es juntos«, San Juan Pablo II.
seryhumano.com / Andrés Landaeta