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Era lunes y Cándido, que tenía 12 años, llegó con ilusión a la escuela porque ese día tenía Educación Artística y el profesor les había dicho que les enseñaría a pintar. Cuando abrió su mochila, comenzó a sacar los diferentes elementos que su profe les dijo que llevaran: lápiz, goma de borrar, una regla de medir, papel de dibujo, pincel grueso y fino, acuarelas…
De repente la goma de borrar le dijo a Cándido que tenía demasiadas heridas al ser deslizada por el papel y no podía trabajar; la acuarela de color marrón le dijo que no contara con ella, porque estaba cansada de pintar siempre lo mismo: montañas, árboles y café; el pincel más fino expresó que no podía ayudar a Cándido, porque estaba muy nervioso y le temblaban las piernas, así no podría delinear los trazos finos y delicados que el dibujo requería; la regla de medir, aburrida de tomar medidas de un lado para otro, indicó que no contara con ella ese día…
Cándido quedó perplejo, porque tenía que realizar su trabajo sin la goma de borrar (no podía equivocarse), sin la acuarela marrón (no podía pintar nada que llevara tonos pardos o castaños), sin el pincel fino (solo podía expresar la pintura con trazos gruesos) y sin regla de medir (tenía que tomar medidas a ojo).
Cándido lo tomó como un reto, y se puso a elaborar el dibujo que el profesor le indicó. Con mucho esfuerzo consiguió terminarlo. El profesor le felicitó y le dijo que su dibujo era el mejor de la clase. Aquello motivó tanto a Cándido que decidió dedicar su vida a la pintura…
Han pasado 40 años y Cándido no es simplemente Cándido… es Cándido Bidó, uno de los pintores más conocidos y reconocidos de la República Dominicana.
seryhumano.com
Tomado de El Cuento de cada domingo