Por Jacinto Sergent
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Caminar por una calle en la Venezuela de hoy es similar a caminar esperando la aparición del león Rey de la Selva y ello se debe a que caminar por vías públicas, más que una diversión desestresante causa estrés, bien por el lado bueno (compras, diversión, romance, etc) o por el lado malo (no alcanza el dinero, se agotaron las entradas, todo comenzó como un mal entendido, pero igual nos fuimos a las manos). En la comparación anterior el mundo natural le lleva ventajas al mundo artificial, pues el principio de “supervivencia” requiere más de actuar instintivamente que pensar: si aparece el león, serpiente, caníbal o cualquier otro peligro de seguro habrá que correr hacia un lugar donde no serán alcanzados o dispararles para eliminar el asunto.
En la selva no tiene sentido detenerse a pensar qué hacer, el instinto lleva a resolver la situación de la mejor manera posible; pero, ese mecanismo de respuesta automática es insuficiente en el mundo artificial. Lamentablemente la intuición es la respuesta genética que muchos tienden a poner en práctica en vez de razonar en esos momentos de presiones venidas de estresores “modernos” que afectan las funciones -también modernas- de supervivencia. “La respuesta de estrés es sin lugar a dudas muy eficaz a la hora de salvar vidas en el mundo natural pero no lo es tanto cuando el estímulo no es real y los peligros son más sutiles, insidiosos e indirectos, tal cual sucede en el mundo artificial”.
En la ciudad ya no tiemblas por la presencia del tigre voraz, pero pierdes todos los sentidos cuando no puedes cumplir los compromisos económicos, sociales y familiares, estallas en ira cuando el “punto de ventas” rechaza el pago de tu Tarjeta de Débito (TDD) pero igual el banco descontó el monto rechazado, el siguiente a pagar en fila aprovechó tu mal momento para tomar la TDD y logra realizar consumos con el saldo restante dejando tu cuenta vacía, te estacionas y al abrir la puerta para bajarte del vehículo pasa un carro tan cerca que destroza la puerta que no terminó de abrir; aunque se tenga la intensión de huir o defenderse, el hombre pensante, evolucionado, se detendrá a pensar las posibles soluciones: buscar mejores ingresos o realizar tareas extras, reclamar y notificar al banco, reparar el vehículo.
Lo cierto del mundo artificial es que la cotidianidad te puede dejar alegre o triste, sonriente o preocupado, realizado o ansioso; pero siempre debes encontrar las maneras de descargar lo que estresa a tu Ser. Uno de los remedios es caminar, pero ya sabes que el centro comercial no será la mejor opción, aunque tengas la billetera con suficiente saldo a tu favor. El centro comercial no te va a alejar de ese mundo artificial impredecible que en los instantes menos pensados se vuelven desfavorables y por lo tanto estresores externos. Es preferible llevar nuestro instinto de paseo por su hábitat natural. Un parque alejado del ruido, lleno de árboles, quebradas o fuentes de aguas, caminerías, perfumes a flores naturales o hierbas frescas ayudarán a recuperar el sosiego.
Caminar, en sí, es una terapia. Calmaremos nuestras tensiones al andar con esa intención saludable, más no mientras lo realizamos colmados de actividades laborales o de desplazamientos obligatorios. Esto último puede ser transformado a favor cuando es obligatorio el desplazamiento, pero es concienciado en aprovechamiento del tiempo como terapia contra la ansiedad y la depresión. Transformando así la liberación de adrenalina en placer relajante y felicidad producto de las endorfinas que reducen el cortisol, mientras se ejercita enfocados en el sosiego en vez de en la tensión.
Caminar permite la reorganización del cerebro
Esto puede ser corroborado en los últimos avances de la Neurociencia, disponibles en las búsquedas de Google. Tal reorganización responde a la conexión del ejercicio natural de caminar rodeado de naturaleza. El cerebro activa la “atención involuntaria” evitando la hiperactividad de las células nerviosas que alimentan el estrés. Esto quedó demostrado por un estudio de la Universidad Heriot-Watt, mediante un monitoreo de actividad cerebral en 12 personas que caminaron durante 25 minutos en diferentes ambientes: centro comercial, ambiente natural, boulevard concurrido. Las emociones en ambiente natural permitieron la resolución de actividades cotidianas con menor estrés.
La recomendación, para fortalecer la creación de nuevas Redes Hebbianas, adaptadas a la actual tendencia de “vida expresa” y que permita mantener la calma en los hechos cotidianos, conservar habilidades innatas para la resolución de conflictos, sortear los obstáculos de la propia genialidad del hombre y por supuesto adaptar la reacción automática pro supervivencia en poblaciones modernas es mantener la costumbre natural de observación al mínimo detalle mientras es realizada la caminata en parque naturales de las ciudades.
En una segunda publicación continuaremos con ejemplos más concretos de cómo caminar en el ambiente exterior sin que el estrés sea motivo de emociones negativas.
seryhumano.com / Jacinto Sergent*
* Articulista, ensayista e investigador