Ser Científico

Por Pablo Pinna

Las tormentas magnéticas han sido uno de los fenómenos astronómicos de los que más se ha hablado en las noticias durante los últimos años. Sin embargo, más allá de lo que digan los títulos sensacionalistas, la información muchas veces se confunde. Es por esto que resulta importante preguntarnos:

¿Qué es una tormenta magnética?

Para ello, primero tendremos que hablar del Sol. La estrella ubicada en el centro de nuestro Sistema Solar no solo es fuente de luz y calor sino que posee en su interior una serie de complejos campos magnéticos.

La mayoría de ellos entran en dos categorías que interactúan entre sí: los campos cerrados y los campos abiertos. Mientras los primeros están presentes cerca de la superficie solar, los últimos se extienden hacia los confines del espacio exterior.

La actividad magnética del sol puede formar, en muchas oportunidades, manchas solares. Se trata de áreas de baja temperatura que cuentan con una alta intensidad magnética y, dependiendo de su tamaño y fuerza, pueden causar erupciones o llamaradas solares y eyecciones de masa coronal (ondas hechas de radiación y viento solar).

Diferencia entre llamarada solar y EMC

Mientras que una llamarada solar expulsa ondas de radiación y energía en todas las direcciones a la velocidad de la luz, las eyecciones de masa coronal expulsan nubes de partículas y plasma solar a una velocidad mucho menor.

La interacción de alguno de estos dos fenómenos con el campo magnético de la tierra, es lo que se denomina como tormenta magnética. Sin embargo, no es lo mismo que sea una erupción solar la que lo cause, que una EMC.

Las llamaradas viajan a la velocidad de la luz, pudiendo alcanzar la Tierra en menos de 3 h. Sin embargo, no son lo suficientemente poderosas como para afectar a los dispositivos electrónicos, gracias a que las capas que recubren nuestro planeta absorben la mayoría de rayos y radiación que viajan en su interior.

Consecuencias de una EMC

Esto no sucede con las eyecciones de masa coronal, que sí pueden causar problemas en determinados dispositivos terrestres. La onda magnética producida por la misma podría, al entrar en contacto con el campo magnético terrestre, sobrecargar las líneas eléctricas y producir apagones.

Los satélites también podrían verse dañados, lo que afectaría las comunicaciones y transmisiones. Si bien sería difícil que este tipo de tormenta dañe a los dispositivos electrónicos, los GPS no podŕian ser utilizados debido a que el servicio estaría caído, lo que afectaría el tráfico aéreo.

Uno de los registros más conocidos de este fenómeno es el evento de Carrington, sucedido en 1859. Por entonces, el mismo solamente afectó a algunas líneas de telégrafo y fue recibido con algarabía, ya que se manifestó en nuestros cielos como una aurora boreal.

Lo cierto es que, si bien un escenario así suena preocupante en la actualidad, no deberíamos alarmarnos ante cada noticia que anuncie la llegada de un viento solar. Las mismas no necesariamente vienen acompañadas de una eyección de masa coronal y son constantemente monitoreadas para mitigar su impacto.

Una tormenta magnética como la del evento de Carríngton sucede cada 150 años, por lo que podemos estar próximos a un nuevo fenómeno de este tipo. Lo importante, en todo caso, es estar informados y no dejarnos llevar por la histeria colectiva.

seryhumano.com / Pablo Pinna

Tomado de Vix

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