Por Marta Courtier
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Una casona blanca de largos corredores,
de café las ventanas, las puertas y las vigas;
despidiendo fragancias de maderos añosos,
contrastando en el muro, cardenales y lilas.
La entrada con un arco bordado de rosales;
un puente y un sendero tachonados de zinnias;
parrones, girasoles y un pozo con un balde
para sacar el agua que la tierra ofrecía.
Recuerdo aquella roca irregular y clara,
parecida a la luna por su blancura fría,
yo despedía mil fragancias hermosas,
abrazada a su rara figura adormecida.
Añoro la cantata del río que bordeaba
los cerros, los espinos enteros florecidos,
cantándole a los peces,
murmurando secretos
que la naturaleza guarda para sus elegidos.
A veces, voy buscando casonas olvidadas,
agua dulce de pozo, girasoles y lilas;
rocas irregulares, espinos florecidos,
intentando de nuevo, hallar el Paraíso.
seryhumano.com / Marta Courtier*
*Este poema fue escrito el 12 de noviembre, 1979
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