Por Rossana Salas
Este hecho ocurrió un 3 de noviembre del año 1893.

Degustando los ejemplares de El Cojo Ilustrado, me llamó poderosamente la atención un artículo publicado el 1° de mayo de 1896, en el ejemplar N° 105. En el aparte subtitulado Miscelánea Literaria, científica y artística, donde J.Guell y Mercader, hace alusión a un libro del escritor José Pereda, publicado en ese mismo año y cuyo texto refleja en una tragedia histórica que ocurrió en el puerto de Santander, España.
Considerada una de las más grandes desgracias en la historia portuaria de Europa, como lo fue el incendio del vapor de cabotaje Cabo Machichaco.
Este hecho ocurrió un 3 de noviembre del año 1893. La explosión de un cargamento de dinamita acabó con la vida de más de 500 personas y borró una de las calles principales de este pueblo.
Durante la explosión acudieron otros barcos que se encontraban en el embarcadero para ayudar a sofocar el mismo. Entre estos estaban un barco francés, Galindo, uno inglés Edén y el trasatlántico español Catalina, y de un tripulante de este último Catalina, es donde Pereda adapta su personaje Pachín González.
El hecho que destaca J. Guell y Mercader (1896), es el reconocimiento al escritor y no precisamente al hecho histórico, ya que Pereda como representante de un estilo Tradicionalista de la narrativa española, logra un efecto que va más allá de una historiografía, sino que se centra en un proceso descriptivo que conmueve a un público por la veracidad de una realidad y ante el imaginario de un país que se iniciaba bajo la presión de la industrialización, es decir, ante la demanda del progreso versus los beneficios de una ciudad y los riesgos de esta industrialización en sus ciudadanos.
Así en defensa de sus creencias J. Guell (1875) refiriéndose al efecto de la modernidad, lo describe en un artículo en la revista Europa donde establece la relación de la naturaleza de las instituciones la cual “debe estudiarse y ver si sus movimientos producen las armonías o antagonismos, si ayudan o contrarían la determinación del orden de la libertad”, Es decir, de qué forma afecta a la sociedad el desarrollo, si realmente va en beneficio o detrimento de sus instituciones.
Desde este punto de vista, J. Guell, analiza la perspectiva de Pereda al crear una ficción de un hecho que marcó la historia, utilizando un proceso ontológico y exhaustivo en el relato de los eventos ocurridos, donde se enfrentan la fuerza de la naturaleza y el hombre.
La tragedia: ficción o realidad
“[…] chisporroteaba sobre el extenso cristal de la bahía, y se llenaba la calle de transeúntes, y rumores, y del estruendo del áspero rodar de todo linaje de vehículos, desde el carro de bueyes hasta los coches de lujo” (p.18).
Así comienza Pereda la descripción del incidente del puerto, una ciudad consternada ante la fatalidad. La otra cara de la modernidad cuando el hombre no es capaz de prever fallas humanas, o tal vez, el hombre que sucumbe ante su propia ignorancia, alardeando de un control que solo la naturaleza conoce y maneja a su antojo para recordarle al mundo quien es quien y que puesto tenemos cada quien en el gran juego de la vida y las amenazas de la modernización.
El personaje de Pachín González, un joven quien ese día debía zarpar en uno de los barcos apostados en el puerto, pero horas antes de su viaje se produce un incendio en uno de esos vapores. Pachín, se convierte en el espejo y relator de las víctimas. Había llegado a Santander el día anterior con su madre, una mujer viuda, quien lo acompañaba para despedirlo antes de enrumbarse al nuevo continente, en busca de dinero y posición, “El otro mundo” del que muchos hablaban, y pocos retornaban.
Este lazo entre ambos, nos revela el amor filial presente y que constituyen una contención a un personaje tan joven y vulnerable, que a través de la historia que enfrentará y de la mano de su ímpetu trataran de descifrar lo ocurrido. En pocos segundos se transforma la vida de todos en el puerto, en un momento las personas corren sin saber dónde refugiarse y lo que está pasando. Detrás de una nube espesa de humo negro las llamaradas no cesan, una gran explosión los ha sorprendido.
Estupefactos observan como el gran vapor, de estructura de hierro sólido se está incendiando
Estupefactos observan como el gran vapor, de estructura de hierro sólido se está incendiando y a su vez, se interpelan, como algo así puede suceder a una maquina tan moderna y construida de una forma tan segura, como le antecedía a este vapor. Así lo describe Pereda:
“¿Cómo se concebía que siendo de hierro el casco del vapor, de hierro su costillaje y armadura, de hierro, según se decía, la mayor parte de la carga que contenía en la bodega incendiada, llevara ya el incendio, más de cuatro horas, sin la menor señal de extinguirse, a pesar de los esfuerzos con los que se le combatía?” (p.30).
Quizás desee leer: AMAZONAS DEL MAR
Atraídos y curiosos ante el hecho los pobladores y nuestro personaje junto a su madre, se acercan al muelle y en primera fila tratan de observar lo ocurrido, sorpresivamente, una segunda explosión más destructora que la primera, arrasa con todo, “aquellos estallidos, casi simultáneos, para aquel cráter horrible que se abrió con ellos, para aquella inmensa columna de fuego que se elevó al espacio y en cuya cima humeante flotaban, entre denegridas espirales, cuerpos humanos…” (p.39).
Posterior a esta desgracia, comienza un recorrido de incesante búsqueda de Pachín González, tratando de encontrar a su madre. Cuando él despierta de la explosión solo hay cadáveres y destrozos a su lado y no hay rastros de su progenitora.
En este periplo Pachín, vive un horror nunca esperado, camina y entre muertos y heridos, hospitales y centros y casas de acogida va esperanzado con la ilusión de encontrar al motivo de su angustia y desesperación con vida. Esta descripción es el sello que impone Pereira en su obra, que desmenuza una verdad cruenta y desoladora lo cual levantó serias críticas al texto para su época, “Pachín quería rebuscar en todas, y en todas rastreaba y recorría, saltando laberintos de escombros, y charcos de sangre, y miembros mutilados, y prendas de vestir con despojos palpitantes, y cadáveres de hombres.” (p.49).
El espectáculo se torna siniestro y macabro y el dolor y las perdidas pasan a ser secundarios ante el espectáculo de la ciudad puerto, “aquellos hombres llevaban entre manos unos sacos negros, muy grandes, y en estos sacos se iban metiendo los despojos que encontraban desparramados: miembros, entrañas… y hasta la sangre, recogida del suelo con la tierra empapada en ella, …” (p.70).
Por fin exhausto y ya sin fuerzas, retorna a la pensión donde la noche anterior había pernoctado con su madre, esperando verla allí ilesa. Al llegar, la dueña de la pensión lo reconoce, lo atiende y alimenta.
El chico colapsa al no encontrar respuestas de su progenitora y al día siguiente regresa en su búsqueda. Nuevamente desilusionado sigue sin respuestas. A través de la primera edición del periódico local, posterior a la catástrofe, busca entre los desaparecidos el nombre de su madre y nada obtiene.
En esos momentos el otro comensal que iba a ser compañero de viaje de Pachín recorría el pueblo y se encuentra con la madre del mismo. Sana y salva la acompaña hasta la posada donde finalmente ella lo despierta de su sueño abrazando y acariciando su rostro.
Madre e hijo saldan ese pacto de amor incondicional e inician un nuevo rumbo en sus vidas, retornar al campo y a una vida más tranquila.
Este extraordinario relato conmueve la fibra humana, nos hace reflexionar acerca de lo vulnerable que es el hombre ante la fuerza de lo inesperado, y que el modernismo no solo se refiere al desarrollo de la tecnología y la ciencia, sino que establece el desarrollo de una cultura de riesgo y de una ética sobre el uso y abuso de la cienciología.
Podríamos citar como un axioma la analogía: “a mayor desarrollo científico, mayor poder de destrucción del hombre y para el hombre”, y esto es lo que me impresiona que J.Guell, desea destacar en su artículo sobre El Pachín de Pereda.
(Continuará)
seryhumano.com / Rossana Salas
Guell y Mercader, J. (1875). Carácter de las Relaciones entre la Sociedad Doméstica y la Civil. [Artículo en Línea]. Disponible: http://www.filosofía.org/rev/reu/1875/n051p501.hym
Guell y Mercader, J. (1896). España. Miscelánea Literaria, Científica y Artística. El Cojo Ilustrado, Año V (105) 361-36.
Pereda, José María de. (1999). Pachín González. Biblioteca virtual de Cervantes. [Artículo en línea]. Disponible: http://www.cervantesvirtual.com/nd/ark:/59851/bmc9g5j7.s
Si quiere recibir en su celular esta y otras informaciones y artículos descargue Telegram, ingrese al link htts://t.ime/seryhumano y dele click a +Unirme