Cultura del Ser

Por Dulce M. Ramos R.

El filósofo italiano se adentra en el tema de la pandemia del coronavirus y el cambio que ésta ha generado en las prácticas educativas y culturales

Nunccio

La educación y la cultura han sido las áreas más afectadas por la pandemia. Sin embargo, gracias a la tecnología y las plataformas digitales ambas se están reinventado. Clases por Zoom, libros comprados en Amazon y conferencias o conciertos por Facebook e Instagram Live son ahora habituales en nuestra cotidianidad. Ahora, el contacto virtual rige las relaciones humanas dejando de lado la interacción física para evitar el contagio.

En su serie de entrevistas Voces en el Caos, El Universal conversa con Nuccio Ordine, filósofo, profesor de Literatura Italiana en la Universidad de Calabria y autor de diversos libros, varios de ellos sobre Giordano Bruno. Ha sido docente visitante de instituciones educativas como Yale, Paris IV-Sorbonne, CESR de Tours, IEA de París, el Warburg Institute o la Sociedad Max Planck de Berlín.

Es también miembro del Harvard University Center for Italian Renaissance Studies y de la Fundación Alexander von Humboldt, así como miembro de honor del Instituto de Filosofía de la Academia Rusa de Ciencias y caballero de la Legión de Honor Francesa en 2002. Con la editorial Acantilado ha publicado La utilidad de lo inútil (2013) y Clásicos para la vida (2016).

¿Hasta qué punto la educación está realmente preparada para un mundo dominado por la virtualidad?

En todo el mundo estamos recurriendo a los instrumentos virtuales y por ende a las clases y cursos en línea. No tenemos, por ahora, otra opción. Pero estoy muy preocupado de algunas declaraciones de rectores y profesores que consideran la enseñanza virtual como el futuro de la universidad. Para mí, convertir esta emergencia en normalidad es insensato, peligroso e irresponsable. Lo he escrito en mis libros: la enseñanza es una seducción, un eros de la palabra que solo ocurre cuando existe una relación humana y de diálogo entre el profesor y los estudiantes. La experiencia humana viva en clases es importante, ya que la relación de los estudiantes entres ellos y con los profesores permite la circulación del saber. Debemos recordar que los estudiantes no son recipientes que tenemos que llenar, no. Si no volvemos a las relaciones humanas viviremos en el vacio total. Lamentablemente lo digital y las redes sociales han banalizado las relaciones humanas y la amistad, para mis estudiantes las relaciones son un clic o un like.

«Muchos profesores e instituciones –continúa– están acelerando lo digital porque la universidad y la escuela son un gran mercado, un negocio. ¿Cuál es la paradoja? Los gobiernos en todo el mundo están recortando masivamente los presupuestos para la educación, los profesores están disminuyendo, pero tenemos mucho dinero para comprar plataformas digitales y computadores. De nada sirven las máquinas sin buenos profesores. Solo un buen profesor puede cambiar la vida de un estudiante, una computadora o celular no.

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Entonces, ¿la educación no se preocupa hoy por formar ciudadanos?

La escuela no puede ser pensada como una empresa con el fin de obtener un beneficio económico. La escuela, efectivamente, debe formar ciudadanos cultos, profesionales con ética. El problema de nuestra sociedad hoy es que no existe ética, ¿por qué?, porque si una persona estudia una carrera, medicina, ingeniería, es para ganar dinero no por amor a la disciplina. Los estudiantes no son clientes.

Claro, pero es una situación que siempre ha estado ahí. ¿Algo cambia con la pandemia?

La pandemia nos hizo comprender los aspectos inhumanos del neoliberalismo: las empresas deben obtener ganancias en el menor tiempo posible. Es inmoral que el salario de un ejecutivo sea quinientos o diez mil veces más que el salario de un trabajador.

Todo el mundo dice: “Ya nada será igual que antes”. No estoy muy seguro porque tenemos que responder a una preguntar: ¿quién pagará esta crisis? Si la crisis la pagan como en otras épocas de la historia los más débiles, los que no tienen voz, nada cambiará. Si el mundo cambia, cambiará para peor no para mejor. Para construir un mundo justo y equilibrado tenemos que atesorar las cosas que hemos comprendido en estos tiempos de pandemia, podemos no olvidar.

¿Y la literatura nos enseña algo en estos tiempos?

Luchar contra el olvido. Porque si mañana, cuando la pandemia termine, nos olvidamos de las injusticias del mundo, las profundas desigualdades y empezamos a vivir en la indiferencia, nada habrá cambiado. Milan Kundera en El libro de la risa y el olvido dice: “La lucha del hombre contra el poder, es la lucha de la memoria contra el olvido”. En la historia hemos olvidado muchas veces; por ejemplo, pienso en la experiencia terrible de los judíos, los nazis los persiguieron y destruyeron sin una verdadera motivación. Estamos viviendo de nuevo una ola de racismo y antisemitismo que es muy peligrosa.

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seryhumano.com / Dulce M.Ramos R.

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