El cuento político de la Patria es una patraña total, no por tener cédula del país eres necesariamente copropietario de una parcela, como correspondería a quienes viven en su patria
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La mayoría de los seres humanos con los que me he tropezado adolecen del mismo mal, casi todos prefieren inferir el significado de las cosas antes que buscarle el sentido, aunque parezca una posición filosófica (que lo es, por cierto) no necesita más que, dar vueltas al significado, para entender a cabalidad como nos afecta el mal entender que se toma como correcto en Latinoamérica.
Comencemos por pensar en un concepto tan simple como lo es de la “Patria” , no sé en otros países pero en Venezuela, desde que tengo uso de razón, nos han machacado que eso tiene algo que ver con el país, su historia, los héroes, las playas, los paisajes, los pueblos , ríos, comidas, himnos, batallas para terminar convirtiendo el adjetivo en un trámite más que cumplir, algo donde no importa mucho cuan ajustado a la realidad esté, simplemente se supone que todo lo que existe en tu país es único e irrepetible, por tanto debes estar presto a defenderla con uñas y dientes como los antepasados hicieron durante las distintas guerras fratricidas del siglo XIX, obviando por supuesto, los últimos cuarenta años como si viviésemos en una nebulosa, donde el único héroe es el presidente y sus acólitos, todos los demás somos traidores a ese legado solo por no quererlos.
Hoy, mientras caminaba por el centro de mi ciudad, en busca de algunas cosas necesarias, porque en esto de la cuarentena al no tener efectivo a mano, toca recurrir solo a puntos de venta para adquirir dinero, y en mi barrio eso no existe, mientras caminaba por esta ciudad donde vivo hace unos años, en la cual no conozco más que dos perros y un vecino, que por cierto es mi padre, me doy cuenta que soy un expatriado con nacionalidad, absolutamente legal en todos los sentidos, pero de igual manera estoy en una patria que no es la que creí que tendría toda la vida, eso sin estar a más de cien kilómetros de mi lugar de nacimiento.
El cuento político de la Patria es una patraña total, no por tener cédula del país eres necesariamente copropietario de una parcela como corresponde a quienes viven en su patria, muy por el contrario, he sido expropiado reiteradas veces hasta volverme un apátrida sin solución, con documentos, pasaporte, empleo, pero sin más derecho que el de respirar que lo demás está suspendido.
Digamos que restituyen las garantías constitucionales, seguiremos siendo apátridas un montón de gentes, ¿la razón?, simple; el concepto de Patria está ligado a la familia, los amigos, el sentido de pertenencia, los hijos, los sobrinos, la mujer, el hogar, si lo tienes todo pues sé feliz, tienes patria, de otra pues eres un expatriado.
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¿Cómo lo sabemos?, vean a su alrededor, revisen su agenda telefónica y vean cuantos de sus amigos de años siguen estando cerca, levántese de la silla o la cama para hablar con sus hijos, ¿ah no están por haberse ido?, ¿la esposa/novia/amante o el esposo/novio o similar se fue del país?
¿Cuánta de su familia sigue acá?, ¿se siente representado por los dirigentes políticos?, ¿tiene voz activa en los asuntos de su país sin comprometer su libertad?, ¿está tranquilo si una emergencia de salud toca a su puerta?, ¿cree en el futuro?, ¿está dispuesto a irse del país si encuentra empleo en otra parte sin importar mucho qué tipo de trabajo se trate?, ¿siente alegría de ser venezolano?, analice sus posibles respuestas, porque de acuerdo a ellas, usted puede que sea un expatriado.
La Patria no es una bandera, eso es solamente una parte del asunto.
Eso de la Patria es estar totalmente feliz con el sitio donde creciste, te desarrollaste, ver crecer a tus hijos, tener fe que el esfuerzo vale la pena; los amigos que se hacen familia, la mujer que te sonría cada domingo por la mañana mientras comparten el primer café del día, la risa de tus hijos, la navidad, el año nuevo, las fiestas en familia, la calma de que el esfuerzo es recompensado y de que puedes elevar tu opinión sin pensar en cual momento la policía o alguno de los veinte similares tocan a tu puerta, pierdes el empleo y quizás hasta la vida por ser opositor de conciencia.
Cuando uno vive en un país ajeno es fácil desconectarse de todo.
Cuando uno vive en un país ajeno es fácil desconectarse de todo, sabes de una vez que no tienes muchos derechos, que por ser invitado te sale tragarte cosas que en tu Patria ni de vaina aguantarías, sabes que tus estudios (a menos que sean muy especializados o tengas fondos suficientes para hacer las equivalencias) no valen la gran cosa pues, hasta en el caso de que puedas legalizar toda tu trayectoria académica, igual los nacionales tienen prioridad laboral. A eso le sumas no tener familia, amigos, ni vida social lo cual es normal cuando emigras, por eso se llaman expatriados y de ahí, el sentido trágico de poder ser adjetivado bajo esos términos.
Sufrirlos en tu propia “casa” hace el asunto más trágico, es algo así como quedarse desnudo en medio de la lluvia pero, como todos andan así y se sienten felices, tú también debes aceptarlo, tomar el insulto como algo absolutamente normal, acá eso de la Patria es tanta falacia que ahora para demostrar que tienes derecho a recibir beneficios del gobierno en el país que figura en tu acta de nacimiento, en el que se supone emite un documento de identidad que te acredita como que esta es tu patria, pues no es suficiente, debes tener algo llamado el “carnet de la patria” para que el Estado te reconozca como venezolano.
Todo eso hace que me sienta como un expatriado, vale que sé lo que es estar en total indefensión en un país extraño, sin documentos, donde todos te tratan como apestado por considerarte de alguna manera un invasor, por ende, sin dinero y al borde del colapso, tanto mental como físico, luego de haber vivido como mendigo varios meses en los que perdí no menos de cuarenta kilos, sé del tema perfectamente. Sin embargo, en aquella oportunidad me culpaba a mí mismo por haber salido sin fondos, creyendo en “pajaritos preñados” de trabajo y simplicidad de trámites para legalizar mi situación.
Hoy mientras termina mi primera quincena de cuarentena he podido constatar que mi cedula es un mero trámite administrativo pues la Patria hace tiempo la perdí y dudo recuperarla algún día.
seryhumano.com / José Ramón Briceño*
* Ganador de varios galardones nacionales y regionales. Exprofesor de fotografía de la Universidad de Carabobo y Universidad Bicentenaria de Aragua. Actualmente dedicado al ejercicio freelance.
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