Por Jacinto Sergent
Es lunes, uno de esos que comienza cargado de tareas que se deben cumplir en estado de prosupervivencia en la Venezuela del año pandémico del s. XXI.
Por una parte, debo aclarar que es lunes porque a veces muchos nos perdemos en los portales del tiempo. Le digo portal debido a que cada nuevo día nos parecemos a los “Jumps” que, por momentos, ingresan en nuevos vórtices que los traslada de un lugar y fecha a otros totalmente diferentes.
Escribo “Octane” para marcar la diferencia entre la composición de George Benson, de su Álbum “In Concert”, Carnegie Hall 1976; a mucha distancia de la interpretación de Bad Bunny, más reciente por unos cuantos años y estilo.
La idea que se me ocurría era acompañar con ritmo estas breves letras con aquel Octano de Benson, pero mientras suelto frases sobre el teclado entendí que la siguiente narración no debería ser percibida como esquizofrénica.
Es lunes, uno de esos que se cargan de letras porque vale contar el horror de la Pandemia que invade las almas humanas de todo el planeta, no al Atman como principio que va más allá de lo aunado a lo fenomenológico, sino del ego, ese tan personal que resalta al “solo-yo me salvo” y los demás que resuelvan, tal vez muy del Progress –no precisamente musical- sino ese que llevan como bandera de la destrucción que salvará el planeta y a su izquierda [in]humana.
Alto octano la trona de esa mujer autoabandonada en su propio tiempo.
Lunes de cumplir tareas, la veo venir con apenas un short y camiseta deshilachados, toda en monocromía color mugre, toda: sus descalzos pies, su piel, su rostro caracteriza “El Grito” cual la paleta de Munch, en cuarta dimensión fuera de este tiempo, con sus escasos atavíos rodea su cuello con sus manos, demuestra su dolor, se escucha su grito, su llanto, su hedor.
Lo que queda de esa mujer también deja su estela de Jumps en su tiempo que no es el tiempo de otros, mientras grita, tose, escupe y esparce pandemia en el hoy de los demás. ¿Cuál Estado la protege? Nunca el Progress. “Carabobo Avanza”.
Esta semana un salto en el tiempo del cero contagiados, al tercer lugar nacional.
Mascarilla y gel te salva, te protege, “nunca salgas sin ella”; pero mejor “quédate en casa”.
De regreso, en caminata laboral como aporte/ahorro de la volátil gasolina, mientras observo el entorno, pues ya vi pasar la Pandemia China, sin poder ayudar porque los accesorios de moda no son de protección “Norma 98 %”, ya en medio de mi caminata cerca de tres kilómetros recorridos; otros vectores, otra pandemia que quizás alimenta y nutre a la de la manzana anterior, también provocada, también indolente.
Jumps, otro salto en el tiempo, números bíblicos, se acerca el fin ¿cuál fin?
Una mezcla pandémica. Benson no tiene la culpa. Me quejaba de hacer cola para llenar el tanque de gasolina. Mi vida por 90 Octanos. No hay Octane, el tanque lleno dura lo que tarda la canción: algo más de 10 minutos, 12 horas de vida malgastadas en colas infernales, pandemia s.XXI de elección popular. Doce horas, 20 años, 8 dígitos, dólar sin capacidad de compras.
Los números se transforman en tentación, observo en silencio con inmensas ganas de caer en el juego. Hay un tanquero en Carenero ¡Qué felicidad para Laura Pérez!, el “…pedacito de cielo…” está muy cerca de El Palito; pero el camino no sube a San Diego.
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Ya no resisto; me atreví a preguntar (el asunto es la falta de respuestas por temor a represalias de los organizadores, hasta palo llevas si hablas mucho, palo como si fueses odontólogo)
-_Amiga, perdona que te aborde_ (entre ganas de socorrerla y conocer la realidad). _Veo que los carros tienen números ¿Es para gasolina? _(en voz baja, el culillo es libre)
_Sí, es para gasolina. _Ellas están sentadas algo alejadas de su vehículo, parecen madre, hija y nieta de aproximadamente semanas de nacida. Una silla extensible de aquellas para estudiantes.
_ ¿Por qué hacen la cola? ¿Están seguras que llenarán el tanque? _Yo no le quitaba la vista a la bebita, mis pensamientos dando vueltas, como la canción de Benson (aquí no entra la de Bad Bunny), será que la beba también pasó la noche aquí. Su carro está marcado con uno de los primeros números.
_Los policías nos dijeron que hoy llega una cisterna cargada porque hace más de un mes que no traen gasolina para San Diego, pero será solamente una gandola.
_Yo vivo cerca, por si quieren bañar o cambiar a la beba ¿Están desde ayer?
_No, estamos desde el sábado _ (hoy es lunes)
_ ¿DESDE EL SÁBADO? ¿Con la beba tan chiquita?
_ Desde el otro sábado.
Juro que sentí de todo. Me provocó llorar. Mi carro no llega a un cuarto de tanque, la gasolina se evapora hasta sin rodar ni encender el auto. Quise ser Jumps y saltar al vórtice más cercano. “Digan lo que digan…” la viejita dijo la verdad “(…) se vive mejor”.
Las imaginé madre, hija y nieta solas, entre calor, encierro dentro del pequeño vehículo, temor a la maldad humana, a las picaduras de bichos, cerrar las ventanas sin encender el aire acondicionado mientras llueve, la otra Pandemia rondando, apenas agua, sin baño, comiendo quien sabe qué cosa, … y todo por una gasolina de muy bajo Octano.
_Algo ella miró en mi rostro que la llevó a calmarme: pero estamos en San Diego, aquí no es tan peligroso como en otras partes.
seryhumano.com / Jacinto Sergent*
* Articulista, ensayista e investigador
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