Por Jacinto Sergent

Hace algunos años, solo para definir el tiempo -aunque este no es un cuento- un compañero de la empresa, en medio de una conversación, interrumpió el diálogo del grupo para narrar una fugaz anécdota de sus andanzas por el llano: “(…) en eso que va despuntando el sol dice el baquiano desde su hamaca ´desperté con ganas de cogé gente´”… ni siquiera dijo a una mujer, ese sería el orden natural de la especie humana; pero esa frase sencillamente dejó claro que ese día no sentía el deseo de hacerlo con un animal de otra especie.
En este punto “algunos” señalarán “pero por qué dices que debe ser a una mujer” y volveré a lo del orden natural. Eva no se cogió a la serpiente, solo se comió la manzana, en todo caso pudo haber preferido lo primero porque no era fruto prohibido, pero tal aberración no le pasó por sus pensamientos; todavía no llegaba Sodoma y Gomorra.
En la conversación de oficina interveníamos cuatro, pero nuestra sorpresa por la anécdota llanera provocó que nos desternilláramos casi con estruendo ¿Qué íbamos a saber nosotros para ese momento, que nuestras risas serían la mayor ofensa de género para el 2021?
El que se ría hoy de las preferencias del baquiano será acusado de aberrado, xenófobo, sexista y hasta pudiese ser perseguido y lapidado. ¡Ave María purísima! ¿De dónde saldría ese señor?
Pero en ninguno de los casos podemos ni debemos afirmar que lo contrario a los valores del Mores es apología de lo perverso. Esta como que no es nuestra época, pero tampoco sabemos en qué momento la perdimos.
Estamos de vuelta a Sodoma y Gomorra, ya no es que Eva quedó excluida de ella, sino que muchos, aún sin leer el Libro Bueno, pretenden retomar ese camino dando nada de importancia a volverse de sal sin siquiera tener que mirar atrás.
Todos felices, la Sociedad de la Lujuria, él con él, ella con ella, ella que antes era él con él, ella o él modificados desde demonios hasta animales salvajes se sienten íncubos y súcubos que vuelven de los infiernos para tener encuentros y desencuentros sexuales con seres vivos de siluetas humanas y pensamientos afines.
Qué pequeños somos quienes nos quedamos atrás y aún damos poder a la fuerza del amor y amamos con el alma.
En otros tiempos compartimos nuestra amistad con personas identificadas con su sexo opuesto, los aceptamos en las aulas, discotecas, parques. Eran reservados, amables, respetuosos y nunca les corrimos de oficinas, aulas, parques ni discotecas. Se les respetó su elección, aunque todos sabíamos que no era lo natural, sino lo contrario. Ahora, en plena globalización, que a veces me parece Trans-globalización o Alter, según conveniencia de los grupos de intereses, pretenden sacarnos de este mundo.
Un momento de risas por la ocurrencia de un llanero, que tal vez ni soñaba, ni se imaginaba estar en las historias de un “Brokeback Mountain”, no nos hace responsables, ni siquiera de crearnos karmas en la sociedad donde esos movimientos vienen horadando los valores culturales con intención de verlos en ruinas para levantar sus únicas banderas.
Mis gustos no los cambiará ningún grupo ni personaje ni biotecnología de creadores y leyes aberrantes. Falta y hasta vendrán tiempos de persecuciones a los heterosexuales, como le ocurrió recientemente a Pepe Le Pew.
seryhumano.com / Jacinto Sergent
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