Por Jacinto Sergent
Nada es más deprimente que la incertidumbre
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Nada es más deprimente que la incertidumbre. No saber que sigue me hace recordar el inicio de la Globalización y también de la Sociedad del Conocimiento cuando recibimos esa noticia con alegría porque “participaríamos” -cada uno de nosotros- en el desarrollo de las Tecnologías de Información y Comunicación (TIC) que facilitarían la vida de los humanos tanto en el desarrollo como en la modernización tecnológica; pero a estas alturas de los avances logrados vuelve a mis temores esa inquietud del inicio de la Globalización y la oferta de consolidación de la Sociedad del Conocimiento: ¿de aquí para dónde carrizo iremos a parar?
Hoy he extrañado la modernidad aunque tengamos algo que agradecer a la mundialización de lo económico, los avances tecnológicos y ni se diga de lo maravilloso que resulta compartir y recibir enseñanzas a través de las Plataformas Educativas Profesionales, aunque los presenciales se burlen y se sientan superiores a quienes se valieron de los descubrimientos por investigaciones de horas infinitas para llegar a una breve conclusión; no todo en el mundo es “cortar y pegar” para hacer creer a los demás que aprendieron algo de una carrera o de esos oficios para la vida o en todo caso para la “supervivencia”.
Creo que dejé claro que no me opongo a la Mundialización de la Banca, ni de las TIC y mucho menos de la Educación a Distancia; pero sí dejo claro que nunca entendimos que dejaríamos la Globalización, la Economía y la Educación en manos de pocos, con el resultado que aquello de “participar” en sus desarrollos fue recibir el espejito por quienes nunca tuvimos esa magia en nuestras manos.
Durante la modernidad, cada uno de nosotros, a voluntad, fijamos y alcanzamos nuestras metas. Algunos contados, hasta contrarios al capitalismo, fueron privilegiados en sus “emprendimientos”.
Para que la empresa sea prospera, autosostenible y autosustentable deben existir oportunidades que no estarían en manos de pocos, es decir, que la primera de las oportunidades está en manos de las Políticas Económicas de los Gobiernos (solo cuando se escribe en mayúsculas), estas permitirían no solamente el desarrollo de la empresa como tal, sino del consumidor potencial que también contaría con los recursos suficientes para autoabastecer sus necesidades personales y las de su grupo familiar… ¿por qué no?
Hasta sus rumbas, turismo, deporte, vestido a la moda; pero resulta que todos -la gente- industriales, comerciantes, empresarios, andamos como “Los Miserables”, con la diferencia que algunos cargan unos pocos miles o millones en monedas, con o sin valor, en sus bolsillos.
Nada es más deprimente que la incertidumbre y no nos hemos percatado que el “Plan”, en verdad, tiene sus varios siglos en marcha.
Yo, en lo particular, quiero volver a la Modernidad, donde pueda trazar mis metas y también alcanzarlas, vivir a mis anchas como me dé la gana sin perjudicar a los demás y no encerrado por antojos de quienes cuando no nos enclaustran con virus apestosos entonces recurren a limitar el acceso a lo necesario para la vida, dejándonos en el peor de los estados de sobrevivencia, comiéndonos unos a otros, ni siquiera como los antiguos caníbales, sino algo parecido a un lagar, pero de pirañas.
De seguir como vamos terminaremos cual zombis hollywoodenses que comen cerebros, solo que en la vida real mucha materia gris va tan en decadencia por nada más imitar ritmos de tres notas, movimientos que no son bailes –dice Kall, en un diccionario inexistente, que son “movimientos que se pueden hacer tanto parados como acostados”- letras vacías como el auto-tune que las modula, persecución del vil metal solo por tener (es su decisión, pero afecta a los demás), almas y más armas de odios desenfrenados, violencia, sexo, instinto animal irracional y nunca el del más apto, sino el reptil que abre sus fauces sólo por tragar.
“El Planeta de los Simios” tomó el control del “Servidor”, con el perdón de los gorilas por la comparación, pero es apología inmoral y no social lo que se esparce y se respira.
Lamentable que algunos defecaron en la “Carcasa” que protege el Software del s. XXI.
seryhumano.com / Jacinto Sergent *
*Articulista, ensayista, investigador, ciencista social (AIU)
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