«La ficción permite preguntarse qué pasaría si…» Zarkadakis
El escritor y divulgador científico de origen ruso Isaac Asimov (1920-2002) acuñó la expresión «complejo de Frankenstein» para describir el miedo de los hombres a que las máquinas se rebelen contra sus creadores, en clara alusión al legendario monstruo de la novela de Mary W. Shelley. Con la idea de contrarrestarlo, Asimov ideó las famosas Tres leyes de la robótica, una especie de código moral de conducta para los robots que les impidiera alzarse contra sus creadores.
Aunque este argumento haya inspirado cientos de relatos y películas de ciencia ficción, no se trata de una idea nueva: a lo largo de toda la historia ha estado presente una cierta inquietud ante la autonomía de los artilugios fabricados por el ser humano, sobre todo si escapan a su comprensión.
Innovaciones recientes como los ordenadores personales o el boom de Internet provocaron la desconfianza o el temor en miles de personas, hasta que comenzaron a entender su funcionamiento.
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