¡Demonios!
“Esta soberbia del hombre que se endiosa y se encarama en el trono divino es la gran tentación diabólica; y para hacerla realidad, el demonio siempre empieza persuadiendo al hombre de que no existe, para después persuadirlo de que tampoco existe Dios y terminar, en fin, persuadiéndolo de que el único Dios existente y digno…