De verdad cada día confirmo la carencia de argumentos sociales lógicos en esos discursos vacuos marcados de pura perorata, cuyo único sentido no es social sino vanamente subjetivo donde impera el boicoteo al emprendedor para que éste se vea tan jodido semejándose al incapaz de generar ideas para beneficio propio y si acaso de su grupo.
El socialismo es pura retórica envolvente que jamás llega a la práctica, mientras que la Democracia desborda respeto a las ideas emprendedoras y distribuye “salvajemente” el humanismo positivo que pregona y jamás cumple esa falsa izquierda Castro-comunista del s. XXI. El “mar de la felicidad” es el Norte del “nuevoriquismo boliburgués” regional latinoamericano, cierto, es un mar de la felicidad para la cúpula de parásitos rellenos de más parásitos.
La crítica del socialismo a la Post-Modernidad es el rechazo actual a lo que se les ve por fuera, pero ¿qué llevan dentro?. El socialismo es el colonialismo del presente que invade y destroza las culturas. Es Imperialismo invasor de la barbarie sobre la razón civilizada. Es el robo del Capital masivo para que quede en manos de cinco “súper hombres”. El socialismo es silenciar a la fuerza la libertad del pensamiento íntimo con el cuento que los líderes socialistas son tan grandes que pueden leer aquello que tú estás pensando.
¿Recuerdas cuando tus dirigentes se parecían a ti? Flacos, desnutridos, «patas en el suelo», mal vestidos. Ahora son inmensas bolas grasientas, cánceres multiplicadores de cáncer que sólo identificas porque sus cerebros no pudieron crecer nunca, siguen siendo taparas huecas que solamente generan semillas que nunca darán alimentos para el Alma.
En la medida que el castrocomunismo ataca a la Cuarta República que los derrotó y expulsó de nuestra Venezuela en las décadas 60-70, me lleno de recuerdos que me llevan a la Patria de mis padres donde crecieron económicamente gracias al “Pleno Empleo”; recuerdo cada vez que acompañaba a mi madre al supermercado y la miraba como con orgullo y gracias a su trabajo honesto llenaba un carrito de alimentos producidos en Venezuela por tan sólo un total Bs. 100 de aquel dólar que era a Bs. 4,30 y nada comparable al de hoy con sus tres ceros ocultos.
Recuerdo los centenares de hallacas que elaborábamos en familia y parecían nunca acabarse porque tantas se hacían tantas llegaban como obsequios e intercambios de familiares y amigos. Recuerdo los cientos de urbanizaciones obreras que aún tienen intactos sus cimientos y paredes que luego pasaron a ser transformadas en sectores de Clase Media; mientras tanto hoy, a diferencia de la anterior mentalidad progresista, las Clases Privilegiadas están pasando a lo paupérrimo gracias al rancho mental de sus nuevos habitantes.
La IV República creó y sostuvo durante décadas: Banco Obrero, Instituto Nacional de Nutrición, Universidad Nacional Abierta, Libre Escolaridad, Acude, Plan Mariscal de Ayacucho, Instituto Agrario Nacional, Mersifrica, Sistema Nacional de Atención Pública construyeron centenares de ambulatorios y hospitales que hoy existen y los enchufados reinauguran anualmente, Instituto de Transporte Público, Metro. Todo eso que le han dado nuevos nombres con la diferencia que, “por ahora” ninguna de ellas funciona con eficacia.
Esta farsa socialista ayudó al pueblo a comparar y dirigir la mirada hacia la Democracia y al Capitalismo como los mejores y más humanistas sistemas de administración de la Cosa Pública. Y lo más importante es que en Democracia no se imponen mordazas y en Capitalismo cada quien es responsable de generar sus propias riquezas, esto último es lo que en realidad molesta a los incapaces, he allí el porqué de su única y principal ideología es la de hacernos a todos iguales.
seryhumano.com / Jacinto Sergent