“Dios es el que me ayuda; el Señor está con los que sostienen mi vida” Salmo 54:4
Me gusta leer casi en la misma medida con que me gusta besar, pero no con la misma intensidad con la que me gusta escribir.
Escribir para mi es una actividad erótica que solo se compara, en una mínima forma, con el momento en que estoy en los brazos de otro ser humano, el cual a punta de placer me hace sentir amor como si fuera un espejo, de esos que se encuentran en las habitaciones menos higiénicas en donde los amantes juegan a esconder sus deseos carnales.
Escribir, lo hago todo el tiempo, en la computadora, en pedazos de papel, en mi mente… pero sobre todo en mi corazón, cuando veo al otro que me acompaña en esta magia de ser humanos.
Escribir con las manos puestas en el teclado de mi inconsciencia que gime en pleno orgasmo con su impaciencia de crear una historia, un cuento o un relato donde se pueden identificar los sentimientos perplejos de tanto sudar, de tanto lamer, de tanto esperar.
Escribir provoca saliva en mi boca, sudor en mis manos y una respiración profunda de mujer que se mete entre letras de agonía para transformarlas en alegría de lo que fue y nunca ha sido al mismo tiempo que está ocurriendo.
Es una metáfora de sentir a Dios en mis sesos caminados, acompañado de recuerdos que salen como lobos hambrientos a mi encuentro.
De no saber porque escribo y aun no poder detenerme ni un momento.
El día que no pienso, que no dibujo con palabras lo que veo, ese día simplemente me siento en el desierto.
Pero allí están las personas que me inspiran como personajes que me acompañan en este artículo llamado VIDA en donde la conjunción de nuestra alma nos une, los signos de puntuación de nuestro corazón nos embellecen y sobre todo la bendición de Dios quien nos lee.
Porque cada vez que escribo, más allá de lo que pueda experimentar en el proceso, mi mayor placer es saber que una vez terminado, ya el mismo no me pertenece. Una vez leído por otra alma, ya forma parte del Universo.
seryhumano.com / Morelba del Valle Martínez Inciarte