La auténtica valentía es hacer, sin testigo alguno, lo que haríamos ante los demás sólo para que nos admirasen. François de La Rochefoucald
La verdadera audacia se mide más por las cosas pequeñas, por la fidelidad a un serio compromiso diario, que por el ruido de un acto hecho ostentoso que casi busca el aplauso. Mejor dicho, a veces la línea de demarcación entre valentía e imprudencia es muy sutil.
De la osadía se pasa al descaro, de la sangre fría a la caradura. Por eso, el valor de una persona se mide por la discreción, y no por el griterío externo.
Podríamos añadir otra observación que va más allá de la máxima del pensador francés. A veces la valentía no es más que inconsciencia y puede caer en una ligereza que lleva al acto irreflexivo. Por eso, ser héroe de verdad no es obra de un momento, vivido con falta de juicio y de responsabilidad. Es más bien un optar constante en acciones no extremas, en favor de otra persona para ayudarla, y no tanto para recibir su aplauso. «El coraje es saber a qué no tener miedo«, dice Platón, pues bien, tengamos coraje, y no tengamos nunca miedo para hacer el bien.
seryhumano.com / Vicente Huerta
Fuente: catholic.net