“Un joven borracho da una patada a una chica que está esperando para cruzar en un semáforo y la derriba al suelo. El psicopático hecho quizás no merece mayor reflexión. Nadie puede pensar y golpear a otra persona al mismo tiempo: los actos violentos son irracionales y no suelen merecer un análisis. Pero en pocas horas el vídeo de la necedad grabado por los amigos se convierte en viral. Y esto sí es un fenómeno social nuevo al que podemos dar algunas vueltas…”
Lo anterior es el inicio de un artículo del psicólogo y psicoterapeuta Luis Muiño, publicado en el Diario El Mundo de España titulado “El narcisismo de la patada” en el que se pregunta el “por qué esta tendencia actual a exhibir todo lo que hacemos, incluso aquello que nos denigra. ¿Desde cuándo sufrimos esta inflación de ego?”
La psicóloga Jean Twenge, en un controvertido libro, etiquetó como ‘Generación Yo‘ a una gran parte de la juventud actual. Se trata, según ella, de jóvenes -como el protagonista de la extralimitación- nacidos entre los 80 y los 90. Ella los describe como individuos arrolladores y arrogantes, encantados de conocerse a sí mismos, producto de una sociedad que refuerza continuamente la importancia del yo. Ellos saben que en una cultura individualista como la actual, lo importante es sobresalir, da igual cómo.
El artículo continúa con las aseveraciones de Twenge, en el que afirma que el narcisismo de esa generación por el auge de una «cultura basura» prima el egocentrismo por encima del esfuerzo. La inmensa mayoría de los famosos actuales son ídolos que no han aportado nada y los jóvenes saben que el éxito no tiene nada que ver con el talento. Esta forma de entender la vida ha encontrado un campo de acción perfecto en las redes sociales: para muchos jóvenes, éstas solo sirven de escaparate para la autopromoción. Cuentan en ellas sus fiestas, cuelgan sus fotos con todos sus cambios de estilo, presumen de cuánto tienen… tiene una necesidad inagotable de adulación y admiración y vive permanentemente preocupado de sí mismo y de sus necesidades…
El narcisismo es una conducta o manía típica del narciso. Este adjetivo, que proviene del personaje mitológico Narciso, hace referencia al hombre que se precia de hermoso, que está enamorado de sí mismo o que cuida demasiado su compostura. El narcisismo, por lo tanto, es la complacencia excesiva en la consideración de las facultades propias.
Las Redes Sociales: perfecta vía para el Narcisismo
Muiño comenta que Susan Blackmore, en su libro ‘La máquina de memes’, elaboró algunas hipótesis acerca de nuestras razones para trasmitir información. Ella se preguntaba por qué ciertos estímulos se convierten en memes, en unidades de información que repetimos aunque no nos gusten.
No existe todavía una ciencia ‘memética de internet’ que analice por qué algo se convierte en viral. Pero parece evidente que hay factores necesarios, aunque no suficientes, que nos llevan a compartir ciertas imágenes o vídeos. Se trata, por una parte, de estímulos novedosos, que no hayamos visto antes. Y, por otra parte, tienen que ser emocionalmente significativos: tienen que tocarnos la fibra, llegar a nuestro lado visceral. Para bien (nos alegran o nos hacen reír) o para mal (nos enfadan o nos dan asco)…
En esto último podemos basar nuestro optimismo. Aunque estos fenómenos de popularidad de los actos estúpidos produzcan al principio un cierto desánimo acerca de la psicología del siglo XXI, no deberíamos darles mayor trascendencia. Que un vídeo de un representante de la ‘Generación Yo’ haciendo una idiotez se convierta en viral no significa que ese tipo de comportamientos sea aceptado.
Al contrario: la indignación del público puede llevar al sujeto a la fama (por aquello de que su acto produce una reacción visceral), pero también a su caída. Hay que recordar que son esas mismas redes sociales usadas por los narcisistas para auto-promocionarse las que han permitido localizar y detener al protagonista.
Narcisos de ayer y hoy
Hasta ahora no hemos hablamos de quienes tienen el trastorno severo de personalidad, sino de aquellos jóvenes que actúan con marcados rasgos narcisistas.
En la vida adulta, el narcisista tiene una autoestima muy vulnerable ya que no tolera las críticas y se siente ultrajado ante los comentarios negativos sobre su persona. En concreto puede aparecer el Trastorno Narcisista de la Personalidad, que se encuentra formando parte del grupo de los trastornos emocionales.
Los escritores Plinio Apuleyo Mendoza, Carlos Alberto Montaner y Álvaro Vargas Llosa en el libro ´Ultimas Noticias del Nuevo Idiota Iberoamericano´ mencionan a dos personajes de la historia contemporánea reciente con dicho trastorno. Según, los presidentes Fidel Castro y Hugo Chávez Frías tenían (o tiene en el caso de Fidel) personalidades narcisistas, ambos presentaban rasgos tales como:
- Locuacidad y encanto superficial
- Autovaloración exagerada
- Arrogancia
- Ausencia real de empatía
- Impulsividad y falta de autocontrol
- Necesidad constante de halagos y
- Conductas delictivas, porque se sitúan por encima de las reglas.
Es de recordar que Narciso al ver su propio rostro reflejado en el agua queda embelesado y no puede dejar de contemplarse; si lo comparamos con los maratónicos monólogos del presidente Chávez en cadena de radio y televisión, es probable que utilizara los medios para verse a sí mismo como el personaje del mito, en dónde no solo quedó constancia de esas y otras características del narcisismo en su máxima expresión, sino que daba la apariencia de ser fantástico y súper seguro, y no era más que una defensa para compensar el vacío que sentía con respecto a sus propias capacidades.
Después de todo, tanto Muiño y Twenge tengan razón: hay muchos jóvenes (y no tan jóvenes) con sobredosis de ego. Viven en un mundo en el que el egocentrismo sólo resulta patético o indignante. El público se divertirá o se indignará con ellos (o las dos cosas a la vez). Luego los pondrá en su sitio recordándoles que al narcisismo le pasa como a cualquier otra sustancia: todo puede ser venenoso, depende de la dosis.
seryhumano.com / Yosmar Herrera