Una profesora tiene problemas. Está a cargo un grupo de 20 estudiantes que permanentemente vienen quejándose de su labor. Las quejas demandan básicamente un cambio en su actitud y sus exigencias de trabajo. Todos los intentos de solución han sido en vano. Esta situación viene bloqueando la participación de los y las estudiantes. Se refleja en las bajas calificaciones y la falta de compromiso para desarrollar las tareas y trabajos. Están atrapados en el problema.
¿Cómo podemos mover al grupo desde una actitud demandante, donde “el problema es la profesora” y la solución depende de su cambio, hacia una perspectiva donde los estudiantes se posicionen también como responsables en el devenir de este acontecimiento y se fijen más en las posibilidades de solución?
Compartí con el grupo de estudiantes algunas preguntas, que orientaron la conversación:
– ¿Cuál es el problema en este momento?
– ¿Qué han intentado hacer para resolverlo?
– Eso que han intentado, ¿ha sido útil?
– ¿Existen momentos en que el problema con la profesora no ocurra o sea menos intenso?
– ¿Qué es lo que hacen ustedes en ese momento?
– ¿Y qué es lo que hace la profesora?
– ¿Cómo logran que eso suceda?
– ¿Qué diría la profesora que están haciendo ustedes en ese momento, que le permite a ella tratarlos bien?
– Si la profesora estuviera aquí con nosotros, y tuviera que reconocer que existe una clave para que ella pueda hacer mejor las cosas con ustedes, ¿qué es lo que diría?
– Si ustedes apreciaran esto que está señalando la profesora, ¿cómo harían para que las cosas continuaran mejorando?
– ¿Qué sería lo primero que empezarían a hacer la siguiente clase para que las cosas se pongan mejor?
– En un escala del 0 al 10, ¿cuánta confianza tienen de que esto ocurra?
– ¿Cómo podrían asegurarse de que esto ocurra?
– ¿Cómo se encargarían de la situación para que esto suceda?
Todas estas preguntas tienen una intención y se mueven desde una ética y unos principios particulares: la persona no es el problema, el problema es el problema. Todas las personas cuentan con los recursos necesarios para el cambio y esto es inevitable cuando descubrimos las habilidades y actitudes que nos orientan allí.
El propósito es orientarnos hacia las soluciones para abandonar la conversación saturada de problemas y generar posibilidades enfocándonos en el futuro. Estas preguntas fueron también una invitación para que el grupo pudiera sentirse responsable de lo que estaba sucediendo y no se dedicara únicamente a quejarse de la profesora.
Una semana después los estudiantes comenzaron a reportar los primeros cambios. No sólo se habían producido cosas distintas sino además habían cambiado su percepción de la profesora, y su rol en el problema los y las posicionaba como agentes activos del cambio.
Si abordamos los problemas desde esta forma particular, tenemos que olvidarnos de individualizar estos fenómenos para empezar a verlos más bien como construcciones sociales en cuya configuración y creación, participamos todos.
seryhumano.com / Jorge Ayala Salinas
Fuente: elterapeutaestupido.ayalajorge.com