Luigi Cherubini (1760-1842) es tal vez el compositor más sólido de los que nunca llegaron a la primera fila en las categorías operística, orquestal, coral y de cámara en as que trabajó. Sus admiradores (algunos contemporáneos, como Beethoven y Schubert, y otros posteriores, como Wagner y Brahms) ponen en duda dicha calificación.
Técnicamente era un maestro. Nacido en Florencia, fue una figura clave en la música parisina desde 1789 hasta el final de su larga vida.
A partir de 1795 fue primero inspector y después director del Conservatorio de París, donde los alumnos lo veneraban. Pero no gozó del favor de Napoleón, lo cual le perjudicó en su carrera operística, que había florecido a principio de la década.
Como compensación, produjo obras maestras de cámara y corales. Berlioz elogió su Réquiem en do menor por su <<constante estilo sublime>>.
El estilo de Cherubini como compositor, asociado al neoclasicismo del cambio de siglo, se ha descrito como severo, seco, e incluso frío. Pero Medea, una aterradora tragedia trágica, no deja indiferente a nadie. Su mezcla de música y parlamento obligó a adaptar el texto fuera de Francia.
Una edición italiana, muy cortada y con recitativos anacrónicos de Franz Lachner, afianzó esta ópera en el repertorio internacional. Su posición se fortaleció cuando el papel protagonista se convirtió en uno de los logros de la carrera de María Callas, como apreciarán los oyentes en la grabación radiofónica, fruto de su espléndida colaboración en 1953 con otro titán, Leonard Bernstein. Las recientes reposiciones de la Medea original han redescubierto toda su grandeza y la ferocidad de la obra.
seryhumano.com / Max Loppert