El Ser y YO

 

Fred aborda un jumbo jet en Bangkok a las 11:30 p.m. El jet cuenta con asientos para 420 personas y pesa tanto como un edificio de pequeños apartamentos.

 

En las próximas 14 horas Fred hace un recorrido de 800 kilómetros por hora. A poco menos de 30 cm de su nariz la temperatura del aire es de -55° C y el viento sopla con la fuerza de un huracán.

 

Mientras tanto, la tripulación le sirve la cena: carne argentina, vino australiano, mantequilla irlandesa, queso neozelandés, café colombiano.

 

Con solo apretar un botón, le traen cobijas y almohadas.

 

Fred compra relojes del duty free para sus hijos sin siquiera moverse de su asiento. A la hora del postre mira los últimos estrenos de Hollywood.

 

Toma una siesta. En el desayuno come pan croissant y fruta. ¡Todo esto en clase económica!

 

A la 5 p.m. hora de Londres, aterriza en el otro lado del mundo, en medio de una granizada, con 10 metros de visibilidad, y con dos minutos de anticipación.

 

La esposa de Fred lo recoge en el aeropuerto… “¿Cómo estuvo tu vuelo?” Y Fred responde “¡Nada especial!”  ¿Nada especial? ¡Es increíble!  ¡Damos tantas cosas por sentado!

 

Vivimos en un mundo extraordinario. Somos muy afortunados de poder alimentarnos con comida que no tuvimos que cultivar, pescados que no tuvimos que atrapar; de conducir autos que no tuvimos que inventar en puentes que no tuvimos que construir.

 

EN DOS PALABRAS

 

Cualquier vuelo que aterriza bien es un buen vuelo.

 

Seryhumano.com / Andrew Matthews