Oración

Por Linda Kiklikian
El gran amor del Señor nunca se acaba

El gran amor del Señor nunca se acaba, y su compasión jamás se agota. Cada mañana se renuevan sus bondades; ¡muy grande es su fidelidad!

Lamentaciones 3:22-23

Padre amado qué bello es amanecer bajo tus alas, qué bueno y agradable es estar escuchando tu dulce voz en este precioso día.

Te damos las gracias porque nos enseñas a través de la Biblia, con personajes como el Rey David, la verdad de tu carácter al señalar: «Alma mía, alaba al SEÑOR; que todo mi ser alabe su santo nombre.  Alma mía, alaba al SEÑOR y no olvides ninguno de sus beneficios.  Dios perdona todos sus pecados y sana todas sus enfermedades. 

Él salva tu vida de la muerte; te corona de fiel amor y compasión.  Te bendice en abundancia, te rejuvenece como el águila cuando muda el plumaje.  El SEÑOR es justo y hace justicia a quienes se les ha hecho daño.  Dios dio sus enseñanzas a Moisés, y le mostró a la gente de Israel las maravillas que Él puede hacer. 

El SEÑOR es compasivo y misericordioso, es paciente y abunda en fiel amor.  No acusará para siempre, ni nos guarda rencor todo el tiempo.  No nos ha dado el castigo que merecen nuestros pecados; ni nos trata conforme a nuestras maldades.  El fiel amor que Dios les tiene a los que lo respetan es tan inmenso como el cielo sobre la tierra.  Dios se ha llevado nuestros pecados tan lejos de nosotros como lejos están el oriente y el occidente. 

El SEÑOR es tan bueno con los que lo respetan como un padre con sus hijos. Dios sabe todo de nosotros; sabe que estamos hechos de polvo.  La vida del ser humano es como la hierba, florece como la flor del campo, apenas el viento sopla con fuerza, muere, y ya nadie sabe ni siquiera en dónde estaba. 

Pero el fiel amor del SEÑOR hacia quienes lo respetan, siempre ha existido y seguirá existiendo. Su justicia es de generación en generación con la gente que sigue sus enseñanzas y no se olvida de obedecer sus mandamientos.  El SEÑOR ha colocado su trono en el cielo; y desde allí su reino lo controla todo. 

Alaben al SEÑOR, ustedes sus ángeles, soldados poderosos que lo obedecen, que escuchan a Dios y obedecen sus órdenes.  Alaben al SEÑOR todos sus ejércitos, siervos que cumplen la voluntad de Dios.  Alabe al SEÑOR toda la creación, en todos los lugares de su dominio. ¡Alma mía, alaba al SEÑOR!» (Salmos 103:1-22).

Padre te pedimos que quites de nosotros lo que no es de tu agrado y nos des un corazón como el que tuvo el Rey David para que nuestra alma pueda reconocer todo el amor, el cuidado y la misericordia que nos tienes y para que todo el resto de nuestra existencia, te respetemos y podamos reconocer agradecidos siempre, cuán grande eres Señor de nuestro corazón.

 Te amamos y te alabamos en el precioso nombre de Jesús de Nazaret, amén y amén.

DIOS NOS BENDIGA.

seryhumano.com / Linda Kiklikian