por Jacinto Sergent

La naturaleza de todo ser vivo y consciente es la de vivir en paz, en armonía con su entorno, en amor con su mundo y el mundo de los demás. Al observar el reino vegetal se puede notar que las plantas viven en paz y armonía con todo lo que les rodea, hasta con el hombre. Los “vegetales” no necesitan de la consciencia animal para alcanzar esa paz y esa armonía que en especial busca y desea el hombre.

Se pierde la serenidad del pensamiento y se vive en constante agitación sin darse cuenta. Un buen ejemplo de esto es la contemplación de un lago en total quietud al que a manera de juego y relajación se le comienza a lanzar “piedritas” para deleitarse con las ondas creadas al impactar estas sobre el espejo del agua. La cuestión es que nunca se está solo en ese instante lúdico y muchos se suman a lanzar objetos al paisaje líquido.

Cuando varias personas alrededor del lago juegan a la relajación consciente observando ondas sobre el agua, el líquido va perdiendo su calma. Se cruzan unas ondas con otras creando turbulencias. Aunque el oleaje y su sonido también resultan agradables, el lago, ha perdido su quietud, tanto así que de presentarse el fabuloso Nessi pasaría desapercibido ante la mirada de los que quieren ver.

Ahora es momento de preguntar si la vida del hombre está siendo llevada en paz, armonía y amor, tal cual la manera en que se debe disfrutar. Se vive apresuradamente, se pretende cumplir con todo pero siempre queda algo sin resolver, del alimento sólo importa que no robe mucho tiempo tomarlo, los ejercicios son acrobacias para llegar a tiempo al lugar de trabajo, se transita en zozobra por temor a ser blanco de malhechores, se desconoce el objeto de vida.

Ese estilo natural de vida no es la vida natural que está programada en la memoria genética del hombre, por lo tanto se puede considerar que la vida se está viviendo con cambios que alteran la evolución de paz, armonía y amor, además se aturde a perpetuidad la existencia actual. Tal vez es como decir que el estrés es parte de la vida, como en efecto lo es desde que se nace; pero, por favor, no se debe permitir que el estrés continúe como pandemia de aniquilación.

Estrés, eutrés y distrés

Repasar conceptos nunca está de sobra. En especial cuando se tiene la creencia de que el estrés son sólo aquellos momentos irritantes, dolorosos, ajetreados, desagradables y de por sí MALOS. Se tiende a creer que el estrés es una cuestión privativa de la “mente”; pero en realidad el estrés es un mecanismo del cuerpo humano que lo acondiciona para realizar una actividad que requiere de destrezas especiales. O sea que no necesariamente está vinculado a momentos dolorosos.

Aunque se le conoce desde la publicación de un artículo en 1936 como Síndrome de Adaptación General o Síndrome de Estrés, ese mecanismo de respuesta del cuerpo humano siempre ha existido, pues su función es la de administrar la energía requerida para ejecutar el trabajo físico o responder a las agresiones en forma de ataque, defensa o huída, entre otras respuestas activadas por hambre y frío.

Si la función del estrés es la de adaptar el cuerpo para poder realizar las actividades que permitan el disfrute de la vida, entonces el estrés no debe ser diagnosticado como una enfermedad o condición maligna. Tal vez la causa de algunos trastornos de salud se deba a que el hombre no controla en positivo su pensamiento y da ordenes voluntarias o involuntarias que sobre estimulan al cerebro para la ejecución de acciones que en realidad no requieren de esas “destrezas especiales”.

La respuesta del cuerpo ante los estresores físicos, psicológicos, biológicos y sociales, sean externos, internos o imaginarios, se manifiesta a través de la liberación de hormonas de dos tipos, producidas en las glándulas suprarrenales: 1- la adrenalina y la noradrenalina y 2- los glucocorticoides.

Estas hormonas al ser liberadas hacia los músculos producen cambios en la conducta cuando se observa alteraciones en el cuerpo que: aumenta los ritmos cardíaco y respiratorio, se eleva la cifra de glucemia, en algunos se presenta incontinencia (úrica y/o fecal), aumentan el sudor y la temperatura corporal, y disminuye el flujo sanguíneo hacia los lóbulos prefrontales. Esa adaptación del cuerpo originalmente cumple una función pro-supervivencia, o sea de “salvar la vida”, pero algunas veces se convierte en contra-supervivencia.

¿Acaso será situación de peligro a muerte el retraso en la producción de jabones, colar un café para dos clientes o transportar 10 sacos de cemento? No lo son, pero como se echan a morir y casi hacen morir a los demás los encargados de cumplir con las cuotas asignadas. Las nombradas sirvan sólo como ejemplo de liberación de hormonas para ejecutar acciones que no requieren de esas ‘destrezas especiales’.

Estrés bueno: aunque suena o se lee extraño el estrés bueno existe. Es prosupervivencia, el que salva vidas. Se le conoce como estrés agudo o eutrés. Ocurre cuando se logra el objetivo, cuando se supera el problema desencadenante. Permite mantener bajo control a la situación estresante por la presencia de emociones positivas. El estrés agudo o eutrés es físico, libera adrenalina y noradrenalina, fortalece cuerpo y mente, además de mejorar el sistema inmune.

El estrés bueno da la fuerza para realizar un trabajo positivo: organizar y preparar una fiesta o un viaje, cambiar de empleo, superar un problema de parejas, reparar la avería del automóvil, etc.

Estrés malo: ese del que todos hablan, es contrasupervivencia. Se le conoce como estrés crónico o distrés. Ocurre cuando no se es capaz de superar los obstáculos. En este caso nunca se puede poner bajo control la situación desencadenante y está asociado a emociones negativas. El estrés crónico o distrés es emocional, libera glucocorticoides, debilita el cuerpo, el cerebro, la memoria y el sistema inmune.

Es seguro que este tipo de estrés no lo quiere padecer nadie. Ocasiona trastornos físicos, como: arritmias, hipertensión, gastritis, úlceras, diabetes, etc., o desencadena en estados mentales de ansiedad o depresión, paranoia, neurosis, fobias, ataques de pánico, entre otros más.

Conducta Anti Distrés

Establecer prioridades

No vale la pena padecer algún trastorno físico o mental porque la máquina de colar café perdió la presión de vapor y los dos clientes que esperaban el servicio “de seguro se molestarán y no volverán a la cafetería”. En el caso de que esos clientes en verdad se lleguen a molestar, también es seguro que si les gusta el café entonces regresarán en otra ocasión.

Aunque sea para atender bien a clientes asiduos el encargado de la cafetera no es experto en la mecánica del equipo, no tiene la solución inmediata. Debe afrontar el inconveniente y tal vez los clientes que esperan el café acepten otra bebida. Además, otros clientes también esperan por ser atendidos. Ya el trabajador sabe que “café, en este momento, no hay” y lo hace saber a los clientes.

Las buenas experiencias vividas por muchas personas son dignas de repetir y mejorar en las vidas de otros. Actualizar, adaptar a la vida propia puede dar buenos resultados. Por ejemplo eso de establecer las prioridades sacando provecho al estrés bueno o eutrés:

Comience por determinar las prioridades -parafraseando a John Maxwell en “Developing the Leader Within You” (1993)- seguidas de las urgencias:

  1. Muy importante- muy urgente
    1. Se trata de lo vital (si no lo hago, muero. Si no lo hago quiebra la empresa) Dedicar la mayor atención y tiempo personal.
  2. Muy importante – poco urgente
    1. Lo importante no vital (actualizar la Visa, RIF, pago de impuestos, etc.) Atención personalizada bajo programación, “sin prisa; pero sin pausa”
    1. Establecer fecha (no esperar hasta el vencimiento)
    1. Rutinario (mensual, anual, quinquenal, etc.).
  3. Menos importante – muy urgente
    1. No vital (se dañó la cafetera expresa) Puede delegar en otro con quien se comparta la responsabilidad de seguimiento mientras usted focaliza su atención en lo verdaderamente Vital (el funcionamiento eficaz de la empresa).
    1. Delegar en alguien capaz (llamar al técnico).
    1. Hacerlo rápido y eficiente, sin personal ni recursos.
  4. Menos importante – poco urgente
    1. Que alguien lo haga

Mantener en vigencia:

Primero es lo vital.Lo rutinario se hace con tiempo y sin apuros.

La meta tiene un tiempo para ser alcanzada. Su vigencia no es por tiempo indefinido.

Alimentación adecuada ¿Qué evitar? Cumplir horarios Peso corporal. Ejercicio y descanso

Uno de los actos automáticos, en medio del estrés, es recurrir a la despensa para intentar controlar la adaptación. Ello porque muchas personas creen lograr su objetivo de calmar la ansiedad a través de la comida. Lamentablemente esos “antojos” satisfechos no ayudan sino que distraen las señales de alerta del cuerpo.

La idea es transformar esa necesidad de comer en un aliado para combatir el estrés sin que lo ingerido contribuya a incremental las emociones o alterar la buena condición física. En este punto se cita un extracto tomado de la revista digital “Dietas & Nutrición”. Aunque algunos prefieren omitir la ingesta de carnes, este artículo la incluye como parte de la dieta:

“Las vitaminas. La A, la C y la E combaten directamente la formación de radicales libres. La A se obtiene de las zanahorias, el melón, el brócoli, las coles de Bruselas, las espinacas y los boniatos. La C está presente en los cítricos y en el brócoli, los pimientos, el melón y el tomate. Para obtener vitamina E hay que consumir frutos secos y aceites vegetales. Las vitaminas del grupo B fortalecen el sistema nervioso central y tienen un efecto sedante. Se encuentran en la levadura de cerveza, lácteos, carne, cereales, aguacate, repollo y judías verdes.

Minerales. Potasio, magnesio y calcio son imprescindibles porque estimulan la reacción orgánica frente a las hormonas que el cuerpo segrega como respuesta al estrés. Por otro lado, tienen propiedades relajantes y mantienen a raya el ritmo cardíaco. Frutas, verduras, cereales enteros y carne son alimentos ricos en potasio. El magnesio se encuentra en las verduras (puede desaparecer en la cocción, por eso es aconsejable consumir esta agua en forma de sopa o salsas). Los frutos secos, cereales y semillas también lo contienen, pero hay que consumirlos enteros porque el magnesio se destruye en el proceso de trituración. El calcio, por último, es conocido como “el tranquilizante natural” y, desde luego, pocas cosas tienen un efecto tan sedante como beber un vaso de leche tibia antes de acostarse.

Alimentos relajantes. Algunos alimentos estimulan el buen funcionamiento de las células nerviosas ayudando al organismo a mantenerse relajado mientras que otros favorecen la irritabilidad. Entre los alimentos “relajantes” están el plátano, las almendras, el germen de trigo, la levadura de cerveza y las semillas de girasol.”

Las recomendaciones dadas en la cita que antecede pueden ser resumidas en recomendar alimentos integrales (vegetales en especial los verdes y los amargos, cereales, frutas frescas y semillas), aceite de oliva, Omega 3 EPA y agua.

Ahora bien, se tiene como costumbre recurrir a los alimentos y bebidas que contribuyen a incrementar los niveles de estrés y son estos lo que debemos limitar o evitar (Cala H. Cervera. 2000. Revista Vital Nº 30, en www.neurocapitalhumano.org):

“Alcohol. Inhibe la movilización de reservas de glucosa del hígado y suprime la demanda de más glucosa del hipotálamo, contribuyendo, así, a bajones de azúcar. Esto conlleva la estimulación de las glándulas suprarrenales para producir adrenalina, y aumentar los niveles de glucosa en sangre. Además, el alcohol interfiere con la absorción del cinc (nutriente importante para el control del estrés) y fomenta la absorción del plomo en el organismo.

Café. Contiene teobromina, teofilina y cafeína, todos estimulantes. El café descafeinado ha sido tratado para eliminar la cafeína, pero sigue teniendo teobromina y teofilina. Esto hace que sea considerado un estresor. Además, el café es un diurético y le roba al organismo importantes minerales para combatir el estrés, como son el magnesio y cinc.

Azúcar. Es un estimulante y estresor. Por un lado, aumenta desproporcionadamente los niveles de glucosa en sangre, causando, más tarde, el efecto ‘rebote’ u bajón de azúcar. Para contrarrestar este efecto y volver a subir los niveles, las glándulas suprarrenales producen adrenalina. Por otro lado, acidifica la sangre, con lo cual el organismo extrae minerales de los huesos para alcalinizarla, favoreciendo la osteoporosis.

Bebidas de cola. [gaseosas] Tienen cafeína, azúcar y aditivos, sustancias que, como ya hemos visto, son altamente estimulantes.

Chocolate. Contiene cacao como ingrediente ‘activo’. Éste proporciona cantidades significantes del estimulante teobromina, cuya acción es similar a la cafeína.”

Como mínimo se debe hacer cinco (5) comidas al día. En muchas ciudades estas se ven limitadas a tres (3) comidas rápidas (desayuno, almuerzo y cena), que el ajetreo reduce a dos (2): almuerzo y cena, siendo esta última la comida principal, lo que repercute en daño para la salud y la convierte en estresor.

Las comidas deben respetar con puntualidad su horario y revisar su volumen de acuerdo a las tareas que se están realizando, tampoco es bueno trabajar, leer, ejercitar oacostarse inmediatamente después de alimentarse.

Sustancias adictivas

El concepto de adicciones siempre ha ido unido al de sustancia, sin embargo cada vez se acepta más la idea de que existe la adicción sin sustancias. “Casi cualquier conducta placentera es susceptible de convertirse en adicción” (Echeburúa, 2011)“(…) pero no se trata de satanizar algunos placeres, sino de ser cautos a la hora de realizarlas en exceso, o incluso para liberarse de estas, a las que algunas personas se esclavizan mas fácilmente”

En la actualidad se acepta como adicción cualquier actividad que el individuo no sea capaz de controlar, que lo lleve a conductas compulsivas y perjudique su calidad de vida, como por ejemplo puede existir: adicción al sexo, al juego (ludopatía), a la  pornografía, a la televisión, a las nuevas tecnologías (tecnofilia), a las comidas rápidas, a las compras compulsivas,“a los conflictos”, entre otras.

Por lo tanto debe ser observado con cuidado que además de evitar las sustancias adictivas como lo son las drogas, el alcohol, el cigarrillo y el café, también se debe observar las conductas.

Actitud positiva

Cuando se habla de “Actitud Positiva”, se puede afirmar que se trata de las relaciones interpersonales aprendidas. Estas habilidades, como lo menciona Monjas, M. y otros (1998) en “Las habilidades Sociales en el Currículo” (Pág. 18) “… son capacidades o destrezas sociales específicas requeridas para ejecutar en forma competente una tarea interpersonal”. De este concepto se desprende la idea que dichas habilidades son importantes para las relaciones interpersonales positivas y de seguro que con el mejor trato entre los humanos se evitan estresores.

Otras características deben estar presentes en ese inventario de la personalidad para mantener la armonía en el contacto humano desestresado, hasta se puede llegar a mencionar el estado de  higiene personal como un requisito indispensable para una interacción mucho más positiva. Ahora bien, al hablar de habilidades, hacemos referencia al conjunto de conductas aprendidas: saludar, responder al saludo, hacer una solicitud, decir NO, expresar sentimientos, hablar de situaciones agradables y positivas, entre otros.

Pero en la cotidianidad también se interactúa con sujetos que no aprendieron o no pueden direccionar las habilidades sociales en momentos que deberían manifestarlas. Esta situación es explicada por Gresham (1998, citado por Kelmanowicz en 2006: “Las habilidades sociales en la infancia y su impacto en el desarrollo de la auto eficacia”), donde expresa:

El modelo de déficit de habilidad, o de déficit en el repertorio conductual hace referencia a aquellas situaciones en las que la habilidad no está en el repertorio conductual del sujeto, ya sea porque nunca la aprendió (por carencia de modelos apropiados o de estímulos), o porque si bien en algún momento lo hizo, ésta no fue lo suficientemente reforzada para que el niño [o la persona] la incorpore permanentemente en su repertorio conductual. En cambio en el modelo de interferencia o déficit de ejecución nos encontramos con niños, adolescentes o adultos que sí poseen la habilidad dentro de su repertorio habitual de conductas, pero factores cognitivos, emocionales y/o motores impiden o traban la ejecución de las habilidades sociales en los momentos requeridos. Algunos ejemplos son: pensamientos depresivos, inadecuada posibilidad de tomar la perspectiva del otro, bajas expectativas de auto eficacia, miedo, ansiedad, comportamiento impulsivo y/o agresivo, atribuciones inexactas, discriminación social, entre otras.

Los modelos: déficit de habilidad y el de interferencia o déficit, van aclarando que, más allá de la condición innata que busca la perfección del ser (Boeree, s.f.), las habilidades sociales se adquieren a través de la orientación y modelado, observación, intercambio, experiencias directas y los aprendizajes verbal e instruccional.

En otros trabajos que aún mantienen vigencia, aunque cuentan con más de dos décadas, como en las definiciones de Gresham (1986, 1988), donde señala que la definición de habilidades sociales está contenida en tres tipos, a decir:

  1. Definición de aceptación de los iguales

En estas definiciones se usan índices de aceptación de los iguales o popularidad. Se consideran niños [o personas] socialmente hábiles los que son aceptados o populares en la escuela o en la comunidad. El mayor fallo de estas definiciones es que no identifican los comportamientos específicos que se relacionan con la aceptación de los iguales.

  • Definición conductual

Se definen las habilidades sociales como aquellos comportamientos específicos de la situación que maximizan la probabilidad de asegurar o mantener el reforzamiento o decrecer la probabilidad de castigo o extinción contingente sobre el comportamiento social propio. La premisa que subyace a este tipo de definiciones es la adquisición de habilidades interpersonales específicas que permiten a uno experimentar relaciones con otros que son personal o mutuamente satisfactorias.

Estas definiciones tienen la ventaja de que se pueden identificar, especificar y operacionalizar los antecedentes y las consecuencias de los comportamientos sociales particulares con fines de evaluación e intervención. Sin embargo, esta definición no asegura que los comportamientos identificados para la intervención sean de hecho socialmente hábiles o socialmente importantes.

  • Definición de validación social

Según este tipo de definiciones, las habilidades sociales son aquellos comportamientos que, en situaciones determinadas, predicen importantes resultados sociales para el niño [o la persona], como por ejemplo, aceptación, popularidad o juicios de otros significativos.

Las habilidades sociales son, por tanto, un conjunto de competencias conductuales que posibilitan que las personas mantengan relaciones sociales positivas con los otros y que afronten, de modo efectivo y adaptativo, las demandas de su entorno social, aspectos estos que contribuyen significativamente, por una parte, a la aceptación por los compañeros y, por otra, al adecuado ajuste y “adaptación social”.

Para Martínez, D. (s.f) “Habilidades Sociales”, la autoestima es un factor primordial para lograr estados positivos en el intercambio social por aquello de los comportamientos adquiridos:

El conocimiento adquirido por una persona durante el curso de su desarrollo se estructura con el desarrollo completo de sus habilidades lógico-deductivas durante el periodo comprendido entre la adolescencia y la adultez. La habilidad para trasformar los propios procesos cognitivos y emocionales en objeto del pensamiento es la condición que permite al individuo a empezar a descodificar y conceptualizar su conocimiento anteriormente adquirido. Con la emergencia de destrezas que resultan del pensamiento abstracto, los individuos pueden finalmente empezar a explicar y ubicar en teoría y creencias una gran parte de lo que antes era conocido de forma tácita y directa; estas teorías corresponden a aquellos aspectos del autoconocimiento, de lo que las personas han tomado conciencia y con lo que definen su identidad personal; en otras palabras, la formación de la imagen de sí, corresponde a una nueva construcción, llegando a alcanzar un nivel superior en la expresión de la personalidad, es decir si se logra introducir en el contenido de la personalidad en la historia del contenido aprendido entonces pudiéramos decir que se ha alcanzado un nivel superior de expresión de la habilidad social en correspondencia con la imagen de sí.

Lo anterior describe las habilidades sociales dentro de un nivel “superior” de la personalidad, mientras que al mismo tiempo le da fortaleza al aprendizaje y la orientación para que dichas habilidades sociales sean siempre positivas. De allí la importancia de motivar estados de optimismo para que se entienda que pensar de manera positiva hace sentir mejor y permite interactuar bajo comportamientos donde imperan las emociones y sentimientos positivos que al mismo tiempo permiten permanecer alejados del distrés.

Entorno o contexto y afrontamiento

Cada vez que se habla de las habilidades sociales, se debe tener en consideración que también existen estilos personales para sus prácticas, es decir, dentro de las conductas que son aprendidas se encuentran expresiones que refuerzan y defienden los derechos de cada quien, por supuesto que para verlo de una manera sana en lo social eso ocurre sin negar la existencia y defensa de los derechos de los demás.

La conducta asertiva es un aspecto de las habilidades sociales. Es decir que realmente se aprende a convivir bajo estrategias de afrontamientos en situaciones interpersonales complejas que conducen a la  autorregulación de las emociones y los sentimientos para favorecer las relaciones teniendo en cuenta las emociones y sentimientos de los otros (Fernsherbeim y Baer, 1975; Smith, 1975, citados por Monjas y González, 1998). Afirmando que se potencia un desarrollo moral en valores que van de acuerdo a la edad, lo que al mismo tiempo permite que las relaciones se desarrollen de manera pacífica (Segura, M, 2002).

Para aplicar la Asertividad en la cotidianidad de cada individuo se deben revisar los aspectos más relevantes de los estilos de relaciones: pasivo/inhibido, agresivo y asertivo, ya que ello ayudará a identificar y orientar hacia el ser ideal. Para tal fin se ha trabajado con los aportes de Caballo (1993, Cuadro 1, pág. 227)) y del material digital en formato Power Point, titulado “Asertividad, características, técnicas” del Modulo: Habilidades Sociales. En ambos son descriptos los estilos de comunicación como: Inhibido (Pasivo), Agresivo y Asertivo.

La conducta pasiva es un estilo de escape. La persona pasiva, siente sus derechos violados, es inhibida, introvertida, reservada, no consigue sus objetivos, se encuentra frustrada, infeliz y ansiosa, ya que permite a los otros elegir por ella. Hay algunas personas que no defienden sus derechos con el fin de no deteriorar las relaciones con los demás y adoptan conductas de sumisión esperando que la otra persona capte sus necesidades, deseos y objetivos. Lega, Caballo y Ellis (1997) apuntan que el objetivo de la conducta pasiva es apaciguar a los demás y evitar conflictos.

La respuesta a esta conducta es aprender que perder o ceder ante otra persona puede ser aceptado para evitar el conflicto; pero esta no es una manera habitual de buen funcionamiento “en las relaciones”.

La conducta agresiva es un estilo de lucha. Implica la defensa de los derechos personales y la expresión de los pensamientos, sentimientos y opiniones de una manera tal que a menudo es deshonesta, normalmente inapropiada, siempre viola los derechos de la otra persona, se mete en las elecciones de los demás, es beligerante, humilla y desprecia a los otros, es explosiva, hostil y autoritaria.

Los efectos que se deben hacer notar a quienes cultivan la conducta agresiva para que aprendan a controlar sus emociones son, según Caballo (cit.):

  • Viven en constantes conflictos interpersonales
  • Mantienen latentes sentimientos de culpa
  • Su estado es de frustración
  • Tienen una imagen pobre de sí mismo
  • Hace daño a los demás
  • Pierde o deja pasar las oportunidades que se le presentan
  • Se siente sin control
  • No es capaz de mantener las relaciones y por tanto vive en soledad
  • No le gustan los demás y viceversa
  • Se siente enfadado

La conducta asertiva implica la expresión directa de los propios sentimientos, necesidades, derechos legítimos u opiniones sin amenazar o castigar a los demás y sin violar los derechos de esas personas.

La persona asertiva elige por ella misma, protege sus propios derechos y respeta los derechos de los otros, consigue sus objetivos sin herir a los demás, es expresiva socialmente y emocionalmente, se siente bien con ella misma y tiene confianza en sí misma. El objetivo de la conducta asertiva no es conseguir lo que el sujeto quiere, sino comunicarlo de forma clara y directa. Es decir que la conducta asertiva se aproxima a un estado de “Ser ideal”.

Existen indicios que pueden alertar en los casos donde existen faltas de Asertividad. En ese sentido, el material digital citado, menciona:

  • “Si sientes que no vives de acuerdo a tus valores.
  • Si ciertas situaciones te dejan frustrado, sintiéndote impotente o incapaz de ejercer control sobre tu ambiente.
  • Si tienes tendencia a “rumiar” sobre las conversaciones y situaciones que ya pasaron.
  • Si te sientes defraudado al final de un intercambio o conversación”.

Tales afirmaciones confirman que la Asertividad es un estado individual que puede ser afectado por el entorno y cuando ese estado entra en conflicto se corrompe el pacto interpersonal.

La conducta asertiva permite al hombre sentirse libre para manifestar lo que realmente es, comunicarse con cualquier persona de manera apropiada,  cuenta con suficiente madurez para saber y alcanzar lo que quiere y lo más importante es que se respeta así mismo con igual intensidad que manifiesta el respeto a los demás.

La vida en comunidad está compuesta, en su diversidad, por distintos modelos de culturas. Es por esto que siempre estará presente algún estresor exterior (sus costumbres) o interior (las costumbres propias), y esto no sólo cambia por la diversidad de pueblos presentes en un centro poblado, sino que los miembros de un mismo grupo cultural manifiestan conductas tan antagonistas que pueden ser estresores para los otros.

Para reafirmar lo expresado se debe recordar que “existen tres premisas que explican la naturaleza de la conducta humana”. Estas son:

  1. El comportamiento es causado

Es decir, existe una causa interna o externa que origina el comportamiento humano, producto de la influencia de la herencia y del medio ambiente.

  • El comportamiento es motivado

Los impulsos, deseos, necesidades o tendencias, son los motivos del comportamiento, y

  • El comportamiento está orientado hacia objetivos

Existe una finalidad en todo comportamiento humano, dado que hay una causa que lo genera. La conducta siempre está dirigida hacia algún objetivo.

Cuando el comportamiento se ve afectado por situaciones que le producen estrés, son recomendadas tres estrategias de afrontamiento en igual orden:

  1. Modificar o eliminar las circunstancias estresoras (de ser externas lo mejor es cambiar de entorno).
  2. Controlar el significado de una experiencia estresante con el fin de contrarrestar su carácter problemático (enfoque cognitivo).
  3. Controlar las consecuencias emocionales de la experiencia (enfoque emocional).

De esto se debe tener consciencia que el afrontamiento va a depender del grado en que cada individuo percibe el origen de su propio comportamiento (de manera interna o externa a él). Luego de que cada quien elija su estrategia de afrontamiento para cada situación según su personalidad, también influirán su etnicidad, genero, estatus social, tipo de sociedad y culturas imperantes (V. Gudiño, 2012).

Como medida general a seguir en cuestiones de afrontamiento, el psiquiatra Fernando Sarráis, de la Universidad de Navarra, propone su Decálogo Contra el Estrés:

  1. Distraerse con actividades lúdicas, pues disfrutar es necesario para el descanso mental.
  2. Desconectar mediante viajes, ya que la distancia física suele ir acompañada de la distancia mental.
  3. Cambiar de actividad periódicamente, para descansar de una actividad con otra actividad que sea menos estresante.
  4. Estar de buen humor: la risa va unida a un sentido más festivo de la vida y, por tanto, ayuda a desdramatizar las responsabilidades.
  5. Pedir ayuda y consejo a personas del entorno: nos cansamos menos si repartimos el peso.
  6. Delegar parte de las responsabilidades.
  7. Confiar en los demás: la desconfianza lleva a un control excesivo y obsesivo del entorno, que es agotador.
  8. Poner orden en el sentido de responsabilidad: dar más importancia a la responsabilidad de ser feliz que a la de ser perfecto o tener éxito.
  9. No tratar de demostrar el valor personal con el cumplimiento exacto de cada cosa que se hace; el perfeccionismo es extenuante.
  10.  Aprender a decir ‘no’ (sin sentirse mal) a nuevas responsabilidades mientras no se acaben las anteriores, porque tener cosas pendientes cansa más que hacerlas.

Se dice al inicio de este artículo que la naturaleza de todo ser vivo y consciente es la de vivir en paz, en armonía con su entorno, en amor con su mundo y el de los demás. Para lograr que cada mundo particular se mantenga en armonía la Prevención resulta excelente estrategia. Por supuesto que prevenir es evitar y no es hacer desaparecer; pero, si se presenta la situación estresante se debe estar preparado para controlar el distrés.

Hasta ahora han sido mencionadas algunas conductas de dominio consciente sobre el estrés y se pretende mencionar otras que permitan la relajación consciente placentera y liberadora de tensiones. Para ello se recurre al milenario pensamiento oriental, más en su aporte científico que al esotérico (no dice exotérico), respaldados por métodos creados desde 1920 por el Dr. Johann Schultz  (relajamiento somatopsíquico o periférico) y otros más actualizados (relajamiento psicosomático o central) de los años 1960 y 70 desarrolladas por el Dr. Herbert Benson (cardiólogo de la Universidad de Harvard), que tienen iguales fundamentos en las técnicas orientales de meditación.

Muchas ciudades de los países Occidentales mantienen encuentros y actividades diarias relacionadas al pensamiento milenario, incluido el chamanismo de las culturas ancestrales (vivas o desaparecidas) de América, en franca comunión o crisol con lo ancestral de Europa, Medio y Extremo Oriente. Se refiere a un “volver al origen”

Aunque ya se dijo que se trata de elección según la personalidad y otros factores sociales, la idea no es la de recrear un mundo similar a los cuákeros, hasram o comunas étnicas, sino la de cultivar hábitos demostrados científicamente a favor del dominio sobre el estrés, como se vive a través de prácticas que también ayudan a reducir niveles altos de cortisol:

  • Técnicas hinduistas de respiración
  • Prácticas de Yoga o Tai Chi o Falun Gong
  • Meditación
  • Ensoñación guiada
  • Relajación con: cristales, música, campanas tibetanas, aromaterapia, cromoterapia, digitopuntura, Reiki, etc., así como también recibir orientación profesional cognitivo-conductista y terapias con flores de Bach.
  • Senderismo y caminata de observación del entorno.

Es cuestión de elección. Con estas prácticas diarias de seguro se logra el dominio real sobre el estrés negativo y se aprenderá a no manifestar ni permitir molestias tras las piedritas lúdicas lanzadas por otros a ese lago que nos llena de sosiego o por la presencia de estresores internos imaginarios si a las 10:00 AM del día acordado no se ha presentado el técnico de la máquina de café expreso.

seryhumano.com / Jacinto Sergent

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