Por Dottie Billington
Tres ancianas estaban sentadas en la banca de un parque. Una gruñó. Su amiga, sentada junto a ella, lanzó un suspiro. La tercera miró a ambas y dijo: “yo tenía entendido que no íbamos a hablar de los hijos…”
Ellen J. Langer
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Ésta es una buena sugerencia para prolongar la propia vida unos ocho años, que son tiempo suficiente para dilapidar la herencia de los hijos con un viaje alrededor del mundo. Lo único que tiene que hacer es balancear su intervención en la vida de los hijos adultos con una vida estimulante propia.
Estudios en América y en Europa revelan que los padres están plenamente dedicados a su propia vida, activa e independiente, en vez de vivir a través de sus hijos, tienen una vida más longeva y más saludable. En otras palabras, hacer de sus hijos el centro principal de su vida es tan peligroso para su salud, como para el bienestar de ellos.
Bill y yo nos decimos que ya formamos a nuestros hijos. Hicimos lo mejor que podíamos y es tiempo de detenernos. Nos percatamos de que suponer que no pueden administrar su vida sin nuestros consejos es un insulto para ellos. (¡Ay! Pero, ¡a veces es tan difícil abstenernos de aconsejar!). Una de las razones por las que tengo tanto amor a mis parientes políticos es porque nunca nos dieron consejos, a menos que nosotros lo pidiéramos. Sin embargo, Helen mi suegra, ahora confiesa con un guiño: “Pero a veces, de veras teníamos que mordernos la lengua para permanecer callados”.
Es un difícil alarde de equilibrio el mantener una relación íntima, amorosa y activa con los hijos, permaneciendo al mismo tiempo discretamente desprendidos de ellos. Tal vez mis lectores convengan conmigo en que un reto especialmente difícil es saber escuchar bien, sin hacer preguntas indiscretas y sin ofrecer consejos no solicitados.
“Pero -objetan amigos como Rich, un profesor, y Karen, una artista- nosotros estábamos muy unidos a nuestros hijos. Nos hablábamos por teléfono a todas horas. No se siente bien desprenderse de ellos ahora. Los cuatro están todavía en la época de los veinte años, son solteros y están apenas iniciándose en sus carreras. “¿Acaso no necesitan nuestro apoyo?” Todos convenimos en que para los hijos, a cualquier edad, es benéfico tener padres que los apoyen, y que lo importante en este caso es que Rich y Karen están dedicados con pasión a llevar vidas personales estimulantes y satisfactorias. Ni están viviendo en forma vicaria a través de sus hijos, ni enfocan su vida hacia la de ellos.
Los hijos adultos pueden ser fuente de tensiones. Usted ha sobrevivo a las altas y a las bajas en su vida y lo más probable es que haya crecido a los aspectos más difíciles. Lo que no mata, hace crecer. Usted no necesita volver a pasar por todo eso por sus hijos. Es posible que se divorcien, o que pierdan el empleo o que sufran crisis de la edad madura, y les duela, y que a usted le duela lo que sufren. No podemos evitar que la vida acontezca a nuestros hijos, y sería un perjuicio para todos los interesados si lo hiciéramos. Ámelos, interésese por ellos, identifíquese con sus sentimientos, pero deje que vivan su propia vida, porque amar significa también dejar ir.
Usted invirtió ya años de su propia vida en sus hijos. Ahora es tiempo de que encuentre un nuevo propósito, nuevas metas en su vida personal. ¡Encuentre personas y cosas que le entusiasmen, objetivos hacia los que pueda enfocar su tiempo, su energía, el sentido de sí mismo, su inteligencia y su entusiasmo!
Ahora es tiempo de que usted despliegue sus propias alas… y se remonte a las alturas.
seryhumano.com / Dottie Billington
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