Por Luis Góngora

Servía en Orán al rey
un español con dos lanzas,
y con el alma y la vida
a una gallarda africana,
tan noble como hermosa,
tan amable como amada,
con quien estaba una noche
cuando tocaron al arma.
Trescientos cenetes eran
desde rebato la causa;
que los rayos de la luna
descubrieron las adargas;
las adargas avisaron
a las mudas atalayas,
las atalayas los fuegos,
los fuegos a las campanas;
y ellas al enamorado,
que en los brazos de su dama
oyó el militar estruendo
de las tropas y las cajas.
Espuelas de honor le pican
y freno de amor le para;
no salir es cobardía,
ingratitud es dejalla.
Del cuello pendiente ella,
viéndole tomar la espada,
con lágrimas y suspiros
le dice aquestas palabras:
“Salid al campo, señor;
bañen mis ojos la cama,
que ella me será también,
sin vos, campo de batalla.
Vestíos y salid apriesa,
que el general os aguarda;
yo os hago a mucha sobra
y vos a él mucha falta.
Bien podéis salir desnudo,
pues mi llanto no os ablanda;
que tenéis de acero el pecho
y no habéis menester armas”.
Viendo el español brioso
cuanto le detiene y habla,
le dice así: “Mi señora, tan dulce como enojada, porque con honra y amor
yo me quede, cumpla y vaya,
vaya a los moros el cuerpo,
y quede con vos el alma”.
“Concededme, dueño mío,
licencia para que salga
al rebato en vuestro nombre
y en vuestro nombre combata.”
seryhumano.com / Luis Góngora
Fuente: Tiempo de Amar. Poemas de amor por los poetas del habla castellana.
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