Por Norayma González

Marzo 1932, creada por Pablo Picasso
Escribir es un hábito, alivia sueños y enciende realidades. Esther tiene atrasado sus reportajes.
Ese momento del lápiz sobre el papel es igual que una primera clase de natación. Debes decidir lanzarte al agua, hacer piruetas con tu cuerpo mojado, agotado de mirar profundidades azules hipnotizando tu memoria.
Esther recuerda su primera certeza al escribir. Escribió en una servilleta en la mesa de una BODA. Aquella vez, tenia 16 años, la servilleta, como lienzo blanco sirvió de Celestina.
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La servilleta, besa la boca, titubea para conocerse. Y a la vez, se hacia indispensable para guardar secretos. El mensaje se ha quedado guardado, como alfabeto de luna de miel.
Esther es como la virtud de asistir a una boda, muestra un gesto parpadeante en el cuerpo. La mano es vinculo del anillo, los dedos sujetan realidades, y lee parsimonia de una vida en letras. Divaga de mesa en mesa, una de color rosa, otra de azul turquesa. Como un teclado, está a la espera del espejo . Del espejo que la devuelva a los alfabetos que viven en ella.
seryhumano.com / Norayma González
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