Es bien sabido que la primera película de IRON MAN (2008) no sólo marcó una presencia sólida de las historias de súper héroes en el cine en los últimos años, sino también marcó la resurrección de la carrera de Robert Downey, Jr., la cual se había visto ensombrecida por el alcohol y las drogas.
Menos mal que Downey es uno de esos pocos talentos naturales que son visibles al momento cuando aparecen en escena. Después del éxito rotundo de la primera cinta, ya estábamos descontando la presencia de una secuela. Desafortunadamente, no estuvo tan buena a los ojos tanto de la crítica internacional como los del público. ¿Y qué iba a pasar después? LOS VENGADORES (2012) logró salvar, en parte, a Iron Man de virtualmente quedarse en el olvido y, gracias a ello, yo particularmente esperaba una tercera entrega con nueva sangre y nuevas ideas.
En esta ocasión, Shane Black (guionista de las películas de ARMA MORTAL) toma las riendas como director y co-guionista. En esta entrega, los hechos transcurren después de todo lo sucedido en LOS VENGADORES (THE AVENGERS, 2012) y eso hace que Tony Stark (Robert Downey, Jr.) le den ataques de pánico después de haber salvado al mundo de una hecatombe nuclear. Pero en medio de todo esto, Stark sigue creando nuevos artificios en su traje de Iron Man. También hace acto de presencia un villano al que conocemos como El Mandarín (Ben Kingsley), una especie de Osama Bin Laden, quien tiene planes de alterar la paz en Estados Unidos.
Como director, Shane Black logra rescatar la franquicia del abismo después de la decepción de la segunda película, manteniendo el drama, la comedia y la acción con un buen balance, a pesar de la confrontación final en los muelles, en donde los efectos visuales parecen ser el centro total de atención.
IRON MAN 3 no es mejor que la primera, pero corrige muchas fallas que nos dejó la segunda. Se puede decir que es una buena pieza de entretenimiento…”una película cotufa.”
seryhumano.com / Luis Miguel Ramos @blademike