“Es inútil volver sobre lo que ha sido y ya no es” Frédéric Chopin
Frédéric Chopin dejó Polonia a los 20 años, a pesar de esto, Polonia no abandonaría sus pensamientos, ni su corazón… corazón que volvería 19 años más tarde.
Frédéric era poseedor de una rica imaginación armónica donde, con su carácter absolutamente fuera de lo convencional, nos muestra scherzi serios, enérgicos y apasionados; estudios que son trascendentales poemas sonoros, cuyo significado nunca define, creando un aire denso como una ola de emociones dramáticas, poco palpables, poco tangibles, que no sabes explicar que son, ni que serán, porque te mueven como árboles en el viento.
Chopin nos muestra una diversidad estilística, fluido y perlado, donde se asegura su pródiga técnica pianística y su gran capacidad de desbordar emociones.
Si el piano es el instrumento romántico por excelencia se debe en gran parte a la aportación de Frédéric Chopin: en el extremo opuesto del pianismo orquestal de su contemporáneo Liszt –representante de la faceta más extrovertida y apasionada, casi exhibicionista, del Romanticismo–, el compositor polaco exploró un estilo intrínsecamente poético, de un lirismo tan refinado como sutil, que aún no ha sido igualado.
Pocos son los músicos que, a través de la exploración de los recursos tímbricos y dinámicos del piano, han hecho «cantar» al instrumento con la maestría con qué él lo hizo. Y es que el canto constituía precisamente la base, la esencia, de su estilo como intérprete y como compositor.
Chopin elevó el nocturno a la categoría de arte, transformando una idea sencilla y algo rudimentaria en un poema lírico en forma de exquisita miniatura. Durante su vida se publicaron 18 nocturnos, al principio en tríos, luego en pares y más tarde tres más (del 19 al 21), se publicaron a título póstumo. El número 19 lo escribió cuando contaba con tan solo 17 años.
Da la impresión de que Frédéric volvía al nocturno cada vez que sentía la necesidad de confiar al papel sus pensamientos más íntimos, los compuso a lo largo de toda su vida, de modo que nos indican claramente como floreció y maduró su estilo.
Las primeras piezas son excelentes trabajos, aunque la progresión desde el opus 9 al opus 48 y 55, revela un avance extraordinario en cuanto a la sutileza de su armonía, la amplitud de sus melodías y de cómo están constituidos. Tiene algo de milagroso la forma en la que recreó tal variedad de estados de ánimo en estas piezas; el número 2 es el más popular, tiene una melodía sublime por su franqueza; el número 13 parece una misteriosa marcha fúnebre, el 14 es muy triste y el 17 irreal.
El Nocturno en fa menor, opus 55 número 1, es una excelente muestra de la riqueza sonora que nos enseña Chopin, como decía él, “cada nota debe cantar, nada debe parecer forzado”, los pasajes son sublimes y a la vez otros son enérgicos, llenos de carácter, definitivamente, es una pieza tan variada que expresarla en un párrafo es casi un crimen.
Chopin fue un genio, un gran profesor, pero sobretodo, un gran ejemplo para todas las generaciones venideras.
Seryhumano.com / Catherine García
Fuente: La Nota Musical y biografiasyvidas.com