Mi amigo John Foppe nació sin brazos.
Sin embargo, John nunca se pregunta, “¿POR QUÉ no tengo brazos?”
La pregunta que hace es:
“¿QUÉ puedo hacer con mis pies?
Al ver a John comer con palillos, respondo: “¡Casi todo!”
Cuando atravesamos por una tragedia, o cuando perdemos todo, o cuando un amor nos abandona, la pregunta que generalmente nos hacemos es “¿POR QUÉ?”
“¿POR QUÉ yo?”
“¿POR QUÉ precisamente en este momento?”
“POR QUÉ me dejó por alguien peor que yo?”
Las preguntas con “¿POR QUÉ?” nos pueden enloquecer. Con frecuencia ni siquiera obtenemos respuestas para esos “¿POR QUÉ?”, o simplemente el “¿POR QUÉ?” no importa.
Las personas eficientes se formulan preguntas con: “¿QUÉ…?”
“¿Qué voy hacer con respecto a tal situación?”
“¿QUÉ lección me dejará?”
Cuando se trata de una situación verdaderamente desesperante, preguntan: “¿QUÉ puedo hacer en el transcurso de las siguientes 24 horas para que las cosas mejoren?”
EN DOS PALABRAS
Las personas felices no prestan atención a si la vida es justa o no. Simplemente obtienen el mayor provecho de ella. ¿Y la vida es “justa”? Probablemente no lo es, pero no importa el porqué.
seryhumano.com / Andrew Matthews