En 1961, cuando el presidente de estados Unidos, John F. Kennedy, se comprometió a enviar un hombre a la luna “antes de finalizar esta década”, no tenía idea de cómo lo haría, tampoco la NASA.
Tuvieron que resolver un millón de problemas técnicos:
¿Qué tipos de cohetes, maquinaria, artificios para aterrizar, trajes especiales, rpa interior se lleva a la luna?
¿Todos los astronautas van directamente a la luna o se deja a alguien con el mando en la cápsula en la órbita lunar?
¿Y si se llega a la luna, cómo saber si no se aterrizará en un hoyo?
¿Cómo regresar a la Tierra?
¿Y cómo se consiguen dos billones de dólares para pagar el viajecito?
Los estadounidenses supieron resolver los problemas uno por uno, y en julio de 1969 el mundo entero vio a Neil Armstrong plantar su huella en la superficie lunar.
El proyecto Apolo fue como cualquier proyecto exitoso.
El compromiso es el pegamento con el cual lo construyes. Primero, te comprometes en cuerpo y alma, segundo, resuelves los problemas uno por uno.
Si quieres poner un negocio, primero te comprometes a hacerlo, luego buscas estrategias para atraer a la clientela.
Si quieres escribir un libro u obtener un grado, te comprometes a lograrlo, luego día con día buscas la mejor manera para concretar este proyecto. Comienzas sin ninguna respuesta y sin ninguna garantía.
EN DOS PALABRAS
Para lograr cualquier meta valiosa, primero di con determinación: “Lo haré cueste lo que cueste”.
seryhumano.com / Andrew Matthews