Los propósitos de año nuevo son una costumbre en muchas culturas. Es cierto que en cualquier época del año podemos decidir qué cambiar, qué mejorar o qué hacer para que nuestra vida sea más positiva. Pero el comienzo de un año nuevo es una fecha redonda que nos fija un límite claro para hacerlo. ¿Por qué no aprovecharlo?
Y un buen consejo es aprovechar esa fecha y la costumbre de marcarse nuevos propósitos para hacerlo con los hijos adolescentes. Incluso podemos ir un paso adelante y establecer una tradición en nuestra familia: durante los días anteriores al año nuevo vamos a hacer nuevos propósitos para el año entrante pero con una variación que puede servirnos para educar a nuestros hijos.
En vez de pedirles que elaboren una enorme lista de maravillosos e irrealizables propósitos de año nuevo, vamos a pedirles algo mucho más sencillo pero mucho más efectivo. Podemos pedir a cada miembro de la familia que se ofrezca durante el siguiente año a hacer algo por otro miembro de la familia. Los ejemplos son muchísimos. Si uno de nuestros adolescentes es el encargado de sacar la basura y siempre protesta por ello, podemos hacer que otro de los hijos o uno de los padres se encargue de esa tarea en este año que comienza. A cambio, el adolescente deberá realizar una de las tareas que hace otro miembro de la familia: fregar los platos tras la cena, pasar la aspiradora los sábados, acompañar al más pequeño a sus partidos el domingo… Solo hay que intercambiar una tarea por persona. Y lo ideal es que les pidamos a todos que intenten ocuparse de aquello que a los demás les gusta menos.
¿Qué conseguiremos?
En apariencia se trata casi de un juego. Un juego que pondremos en marcha durante la navidad. Pero en la práctica es mucho más que eso porque conseguirá que los adolescentes aprendan unas cuantas cosas que van a serles muy útiles para su futuro.
- Empatía. La empatía es una de las emociones más importantes para desenvolverse en sociedad. Es el sentimiento que nos permite saber lo que los demás sienten, la capacidad que hace que podamos ponernos en el lugar de los otros. Las personas que no tienen ninguna empatía, es decir, aquellos que son incapaces de ponerse en el lugar de los otros son los psicópatas. Para que nuestros hijos desarrollen a lo largo de su vida esta capacidad debemos ocuparnos de educarlos bien, de que sientan que forman parte de un grupo y que sepan que los demás son igual de importantes. Este sencillo juego de los propósitos para el año nuevo les permitirá ir desarrollando esta emoción porque su primer requisito es que piensen en algo que a los demás no les gusta o les hace sentir mal.
- Disciplina. La disciplina también es un requisito necesario para que la vida familiar transcurra de forma sana y armoniosa. Y los adolescentes necesitan aprender a ser disciplinados, no solo para eso sino para crecer hacia su vida de adultos. Cumplir con la obligación que asuman en el juego de los propósitos durante todo un año y ver que los demás miembros de la familia también lo hacen conseguirá que aprendan disciplina de forma práctica.
- Compromiso. También es importante que los adolescentes aprendan cuanto antes la importancia del compromiso. Entender que cuando uno promete algo es importante que lo cumpla les ayudará a formarse para vivir en sociedad de manera más sana y más madura. Y con este juego de los propósitos también lo aprenderán de manera práctica y aparentemente muy sencilla. Habrá alguien de la familia que hará por ellos lo que a ellos no les gustaba hacer, así que entenderán que la obligación que a cambio ellos han adquirido es una condición para que las cosas marchen de forma adecuada.
Educar a los hijos no es algo que se haga en un momento puntual. Su educación nos ocupa desde que nacen y cualquier recurso es útil si sabemos hacerlo práctico.
seryhumano.com / Victoria Toro
Fuente: adolescentes.about.com